Al poco de conocerse Silvia y David decidieron mudarse a un apartamento casi con lo puesto. Para empezar solo necesitaron una nevera, casi siempre vacía, porque les bastaba con estar juntos para alimentarse, una televisión que era su único objeto decorativo porque siempre estaba apagada, y una cama, cuyo colchón enseguida comenzó a combarse por todo el tiempo que pasaban allí acurrucados.
Hoy, años después, tienen la nevera repleta y la televisión apura sus últimos días de funcionamiento, pero el colchón continúa combado. Allí siguen durmiendo, intentando no hundirse, aunque la curva que dibuja ahora es justo la contraria.
P.D. En esta ocasión la foto no es mía, está tomada de la red.
Buenísimo!!!! y real!!!! Abrazos
ResponderEliminarLas historias que narran las imágenes... Ay! si los colchones hablaran. Muy bueno, Miguel. Un placer leerte. Saludos van
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