miércoles, 28 de septiembre de 2011

Nadie es capaz de dejarse el coche en casa

Después de unos días sin publicar os dejo hoy con esta Carta al Director publicada en el 20 minutos el pasado lunes en la que un lector nos cuenta su visión personal sobre el enésimo fracaso del Día sin coches.


Ignacio Caballero
FRACASO DEL DÍA SIN COCHES

El pasado jueves 22 se celebró el Día sin Coches. La promoción del mismo y los actos para favorecerlo fueron nulos. Lógicamente fue un fracaso estrepitoso, porque ciudades como Madrid están hechas para los conductores, debido a que los políticos que las gobiernan los equiparan a votantes a los que no se debe molestar . Gente como yo nos enteramos del Día sin Coches en las noticias mientras cenábamos. Por favor, que vuelva Benedicto XVI a Madrid. Entonces se producirá el milagro de ver una ciudad amable con los ciudadanos y restrictiva con el contaminante vehículo privado. Quién fuera peregrino...

viernes, 23 de septiembre de 2011

Así fue la génesis del mundo

Ando de trabajo hasta arriba y no tengo tiempo de preparar nada propio así que para que el blog siga vivo os dejo hoy con este microrrelato de Héctor Manuel Román en el que podemos disfrutar de su particular visión sobre la creación del mundo.


Génesis – Hector Manuel Román

Contó los dias. Eran siete.
En el primero, conectó los cables y dio luz a la casa. El segundo día arregló el calefón y tuvo agua caliente y fria. Aprovechó el tercero para plantar flores en el jardín. El cuarto, instaló luces con células fotoeléctricas en el parque que se encendían y se apagaban solas durante las cuatro estaciones. El quinto dia fue al acuario, compró peces tropicales y los dejó en una gran pecera para que se reprodujeran. También llevó a casa pájaros, gallos y gallinas. En el sexto, recogió un perro y una perra de la calle. En el sexto, contrató a una mujer como sirvienta y al marido como jardinero.
El séptimo dia despertó contento mirando la pecera, escuchando el canto de los gallos y los pájaros, mientras Eva le traía el desayuno a la cama y Adán cortaba el pasto del jardín.


martes, 20 de septiembre de 2011

En Madrid nadie da los buenos días

Para empezar la semana os dejo con este artículo titulado "Buenos días, pongamos que hablo de Madrid" que casualmente he encontrado en un periódico mexicano llamado Milenio. El artículo está firmado por un tal Alberto Peláez y en él nos da una imagen de Madrid bien distinta a la que siempre pregonamos.


Nací en la Guindalera, uno de los barrios más castizos de la capital española. Me crié en el barrio de Chamartín cuando más allá, no había nada y más acá, el estadio Santiago Bernabeu.

El norte de Madrid, hoy corazón financiero, era un gran paraje por donde pasaban las ovejas trashumantes o donde los niños de los 60´s jugábamos al futbol entre pelotas y piedras. Eso fue hace cuarenta y siete años, cuando ir al aeropuerto resultaba una excursión de un día entero para ver cómo despegaban y aterrizaban los Caravelle de la época.

Han pasado cuarenta y siete años y hoy, Madrid, mi ciudad, se ha convertido en una de las urbes más cosmopolitas del mundo. Es un enorme rastro donde todo se compra y se vende, hasta las almas; donde se visitan las mejores exposiciones, donde se comen con diferentes paladares sobre múltiples cocinas de todo el planeta amalgamadas en una sola ciudad.

Me encanta correr en El Retiro y coger el taxi para que el conductor —que son todos muy chismosos y actuales— me ponga al día.

Me gusta comer en los distintos restaurantes, en unos más que en otros. Disfruto de un Gin Tonic en los antros actuales, antes de las ocho de la noche, antes de volver a casa. Madrid me gusta y me gusta mucho. Incluso su detestable tráfico forma parte del mobiliario castizo.

Pero hay algo que me desagrada enormemente. Tal vez sea lo único. El madrileño es seco, demasiado. A veces roza la mala educación. Si entras en un restaurante pueden pasar horas hasta que te atiendan. Después de batallar para que te den la carta, llega el capitán con cara de estreñido y dice con voz grave:
—Bueno, qué, ¿han decidido ya? No tenemos todo el día.

Y entonces, al ver lo que me cuesta cada platillo, al ver lo que me cuesta la comida, me dan ganas de levantarme. Claro que uno tiene mejor educación.

Pero lo mismo ocurre con los grandes ejecutivos de la capital. De sus celulares echan chispas vendiendo y comprando, haciendo caja después de haber pasado por las más conspicuas universidades del mundo; después de tener postgrados y MBAS en las grandes escuelas de negocios. Son señores rectos y cultos o, eso parece.

Hace poco me invitó un amigo a un gimnasio muy nice de Madrid; de esos que no quieres ni pisar porque quisieras tenerlo así, de adorno como la novena maravilla del mundo. Cuando se abrió la puerta del elevador, me encontré a quince señores encorbatados con sacos azules, callados, sin mirarse entre ellos. Olían a exquisita colonia. Los treinta ojos me miraron como si fueran a hacerme una OPA.
—Buenos días —dije risueño.

Nadie contestó. Ni tan siquiera emitieron un sonido gutural. Parecían quince fantasmas forrados de dinero pero sin pizca de educación. Ocurre lo mismo con los porteros de las fincas, o los quiosqueros o los taxistas o los meseros o los vecinos. Pareciera que costara diez euros decir un buenos días.

Es muy sencillo y uno se va más contento a trabajar después de decirlo y escucharlo. Tan fácil como eso.

Y me molesta mucho a pesar de ser madrileño; sencillamente porque es exclusivo de Madrid. En otras Comunidades Autónomas, serán más o menos simpáticos, más o menos cordiales, pero a uno le dan los buenos días porque educación, con educación se paga.

Yo creo que Carlos III, conocido como el alcalde de Madrid, además de mandar construir La Puerta de Alcalá, debería haber instruido los buenos días como un emblema más. Por eso, porque es una norma de educación.

viernes, 16 de septiembre de 2011

El origen del servicio de Correos

Ahora que cada vez usamos más para comunicarnos los correos electrónicos y poco a poco nos vamos olvidando de las tradicionales cartas es bueno recordar que en España el primer grupo de carteros apareció en 1756, durante el reinado de Fernando VI.

En aquella fecha se nombraron a doce personas que se encargarían de repartir el correo que llegara adjudicándole a cada uno de ellos el mismo barrio en el que vivían. Anteriormente, desde el siglo XV, existía un Cartero Mayor que se encargaba de todas las cartas oficiales y preparaba una lista pública con los nombres de los vecinos que tenían correspondencia.

Como somos un país en el que la picaresca abunda, pronto los más "vivos" se dedicaron a recoger, por su propia cuenta y riesgo, el correo de los que allí estaban anunciados y se lo llevaban personalmente a los destinatarios, pero a cambio les pedían que les pagaran el servicio a domicilio.

En el 2 de la calle Mayor estuvo el primer buzón de Madrid ya que allí estaba la vivienda del conde de Villamediana, poseedor por entonces del título de Correo Mayor de Castilla. Posteriormente, el 1 de abril de 1853, comenzaron a instalarse buzones por las calles y plazas de Madrid para popularizar el servicio.

Sé que hoy la mayoría de los correos que se mandan son los electrónicos y lo de mandar cartas tradicionales va perdiendo peso, pero a pesar de esto el encanto de estas últimas nunca podrá ser sustituido por la inmediatez de internet.


martes, 13 de septiembre de 2011

¿Entró Madrid en ti?


"Para ser madrileño hay que nacer aquí, quererlo y mamarlo desde chico algunos se creen que con entrar en Madrid ya son madrileños. No por dios, ellos entran en Madrid pero Madrid no entra en ellos".

Salvador Videgain (1886-1957): autor, actor y director de teatro.

Aunque ya han pasado muchos años desde que pronunciara esa frase, yo ahora te hago esa pregunta.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Amor 77

Para acabar la semana os dejo con este microrrelato de Julio Cortázar titulado Amor 77. Espero que os guste.

"Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son"

* La foto está tomada en el nuevo Ayuntamiento en una exposición que hubo cuando dejaron visitarlo al público.


jueves, 8 de septiembre de 2011

¡Qué país!

Acabo la semana con una historia ya publicada en mi otro blog. En ella podéis ver las ventajas que tiene el ir todos los días al trabajo en Cercanías. Hay veces que escuchas "conversaciones" muy similares a ésta.
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Entran al vagón, se sienten enfrente mío e inmediatamente él comienza el monólogo:
-¡Qué país! Politicuchos estafadores, sólo saben llenarse los bolsillos. ¡Hatajo de sinvergüenzas!

Ella calla, él continúa:
-¿Crisis? La única crisis es que están robando a destajo…
-¿Hablaste con los inquilinos?
-Putos negros, parecen marqueses. ¿No hay calefacción? Pasad frío o poneos un abrigo. ¿No puedes ducharte diariamente? Yo tampoco lo hago y aquí estoy. Voy a subirles un 10% y si no pagan, a su puto país.
-Pobrecillos.
-Pobrecillos nosotros… blablablabla…

Desconecto del mitin pero antes de ponerme los auriculares dejo escapar un estentóreo ¡Qué país!




lunes, 5 de septiembre de 2011

El verdugo y el condenado

Para empezar la semana os dejo con este microrrelato de Orlando Enrique Van Bredam, titulado Preocupación. Espero que os guste.

—No se preocupe. Todo saldrá bien —dijo el verdugo.
—Eso es lo que me preocupa —respondió el condenado a muerte.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Yo me bajo en Atocha

Para acabar la semana os dejo con una de las canciones que recoge todo lo que es Madrid. Se trata de Yo me bajo en Atocha.



Título: Yo me bajo en Atocha
Letra: Joaquín Sabina, Pancho Varona
Música: Joaquín Sabina, Antonio García de Diego y Pancho Varona
Disco: Enemigos Intimos (1998)

Con su boina calada, con sus guantes de seda,
su sirena varada, sus fiestas de guardar,
su vuelva usted mañana, su salvese quien pueda,.
Su partidita de mus, su fulanita de tal.
Con su todo es ahora, con su nada es eterno,
con su rap y su chotis, con su okupa y su skin,
aunque muera el verano y tenga prisa el invierno
la primavera sabe que la espero en Madrid.
Con su otoño Velázquez, con su Torre Picasso,
su santo y su torero, su Atleti, su Borbón,
sus gordas de Botero, sus hoteles de paso,
Su taleguito de hash, sus abuelitos al sol.
Con su hoguera de nieve, su verbena y su duelo,
su dieciocho de julio, su catorce de abril.
A mitad de camino entre el infierno y el cielo…
yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid.
Aunque la noche delire como un pájaro en llamas,
aunque no dé a la gloria la Puerta de Alcalá,
aunque la maja desnuda cobre quince y la cama,
aunque la maja vestida no se deje besar,
“Pasarelas Cibeles”, cárcel de Yeserías,
Puente de los Franceses, tascas de Chamberí,
ya no sueña aquel niño que soñó que escribía,
Corazón de María, no me dejes así…
Corte de los Milagros, Virgen de la Almudena,
chabolas de uralita, Palacio de Cristal,
con su “no pasarán” con sus “vivan las caenas”,
su cementerio civil, su banda municipal.
He llorado en Venecia,
me he perdido en Manhattan,
he crecido en La Habana, he sido un paria en París,
México me atormenta, Buenos Aires me mata,
pero siempre hay un tren
que desemboca en Madrid.
Pero siempre hay un niño que envejece en Madrid,
pero siempre hay un coche que derrapa en Madrid,
pero siempre hay un fuego
que se enciende en Madrid,
pero siempre hay un barco que naufraga en Madrid,
pero siempre hay un sueño
que despierta en Madrid,
pero siempre hay un vuelo de regreso a Madrid.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Madrid: de pueblo a capital


"Madrid es un poblachón mal construido en el que se esboza una gran capital"

Manuel Azaña


No hace tanto tiempo que Madrid se ha convertido en lo que es hoy día. El cambio experimentado 60 ó 70 años ha sido espectacular. Sólo hay que leer estas palabras de Manuel Azaña, Presidente de la Segunda República, para darnos cuenta de ello.