martes, 29 de julio de 2008

Inclasificables (I)

Hay ocasiones en las que me toca hacer una nueva entrada y en ese momento las historias no salen. Normalmente lo que hago es echar un vistazo a las fotos que tengo archivadas y a partir de ahí encuentro alguna que me da la pista para empezar. Sin embargo hay algunas que por más que las miro y las remiro no me dan para sacar ninguna entrada, y se van quedando ahí olvidadas. Por ello, para acabar el mes de julio me he animado a rescatar algunas de estas fotos para que también tengan su espacio en este blog.

La que encabeza la entrada muestra por donde van a ir los tiros para la próxima temporada en vestidos de novia. En una conocídisima tienda situada en la calle Arenal encontré este modelo, que supongo estará indicado para aquellas novias que sean algo tímidas, o no estén demasiado contentas con su cara.

Esta segunda apareció en la Plaza Mayor. Dentro de las innumerables manifestaciones que día tras días se celebran en Madrid, me llamó la atención la que estaba realizando un ciudadano ruso acompañado de un cerdo. En el cartel que acompañaba al animal se podía leer: El Norte de Castilla informa. Nombre: GRIUSA, Apellido: MAPFRE, y una aclaración en la que ponía Griusa significa cerdo en ruso. Para que todo quedara suficientemente claro, el cerdo estaba compañado por otro mensaje: Seguros Puta Madre Mapfre, la Compañía Cafre. Conste que soy cliente de esa compañía y que hasta ahora no he tenido ningún problema con ellos, simplemente traigo la foto aquí para mostrar otro tipo de manifestaciones que no suelen salir en la televisión, y que son bastante menos molestas para el ciudadano de a pie .

Para rematar dejo esta foto que hice hace pocos días en la Ronda de Atocha. En ella aparece un currito que decidió dejar las herramientas de trabajo de lado y disfrutar de su santa siesta en la primera sombra que encontró, que en este caso era en eln portal de una vivienda.

sábado, 26 de julio de 2008

El Real Monasterio de la Encarnacion

Situado a un paso de la Plaza de Oriente, este convento fue fundado por Margarita de Austria para conmemorar la ordenanza hecha por Felipe III, su esposo, para expulsar a los moriscos que aún quedaban en Madrid. Se inició su construcción en 1611, pero meses más tarde, murió la reina sin ver acabada la obra, que finalizaría en 1616. Como donación de la reina queda la cama donde nació su hijo, el futuro Felipe IV.

La elección de este lugar para construir el Monasterio fue su cercanía al Real Alcázar, de hecho los reyes accedían a la iglesia mediante un pasadizo que los comunicaba. De la edificación original nos queda la sencilla portada ya que todo lo demás se reconstruyó tras un incendio en 1734. El convento sigue utilizándose para uso monástico, ocupándolo las monjas agustinas recoletas o "margaritas" -por la fundadora- en régimen de clausura estricta. En él hay multitud de obras artísticas de gran valor cedidas por Felipe III y sus sucesores.

Además, se conservan unos 700 relicarios con todo lo inimaginable como cabezas de santos o brazos de mártires, pero de todos ellos destaca el relicario que contiene la sangre de San Pantaleón, médico turco decapitado en el 305 por profesar la fe católica. Cada año, el 26 de julio la sangre del santo contenida en una ampolla se vuelve líquida. Así permanece el 27, día de San Pantaleón, hasta que el 28 de nuevo se condensa. Año tras año miles de personas acuden a observar el "milagro". Se dice que si la sangre no se licúa, el año siguiente vendrá cargado de desastres como ocurrió cuando se desató la Primera Guerra Mundial o la Guerra Civil.

Aunque hay bastantes teorías, hasta la fecha, ninguna explica el porqué de este fenómeno. La iglesia no se ha definido y se limita a comentar que todo es un regalo de Dios, ya que la ampolla está herméticamente cerrada desde su llegada al monasterio a comienzos del XVII. Habrá que estar atento a las noticias de hoy y ver si un año más el fenómeno se cumple ya que se crea o no se crea, ante la duda siempre será mejor que el "milagro" continúe.

miércoles, 23 de julio de 2008

Ha cerrado otro cine

Ayer hizo un mes que cerró sus puertas el Palacio de la Música. El cierre de este mítico cine situado en el 35 de la Gran Vía, confirma la trágica situación del llamado Broadway madrileño. Y es que la crisis que castiga al sector cinematográfico, ha provocado que de las 13 salas de esta céntrica calle sólo sobrevivan el Palacio de la Prensa, el Capitol y el Callao.

De las 500 salas de cine que hubo en en el centro de Madrid, hoy apenas son 20 las que quedan . El pequeño consuelo que queda es que muchos de ellos han pasado a ser teatros, por lo que al menos en algo se ha conservado el espíritu de antaño aldo que no pueden decir el Azul, el Fuencarral o el Tívoli. Según parece el Palacio de la Música en esto sí tendrá algo de suerte ya que su su futuro estará relacionado con su nombre, y probablemente pase a ser un auditorio.












El Palacio de la Música se inauguró en 1926 con un concierto de Lassalle y al día siguiente se proyectó La venus americana. En su pantalla se proyectó en el 1937 la primera película de dibujos animados en color, Blancanieves y los siete enanitos. En sus inicios disponía de una sala de cine y conciertos, mientras que el espacio existente bajo el patio de butacas se utilizaba como pista de patinaje.

A su último día de vida sólo asistieron 125 personas sobre un aforo de 2430. El programa era Black Jack, en la sala tres; 88 minutos, en la sala dos, e irónicamente Antes que el diablo sepa que has muerto, en la 1. Ahora al pasar por allí llama la atención la ausencia de los grandes cartelones que anunciaban la programación, más aún teniendo al lado al cine Avenida que se encuentra en una situación similar. De la estampa antigua sólo quedan los limpiabotas que siguen apostándose a las puertas de estos dos cines. Hace unos días al asomarme por sus ya sucias cristaleras sólo pude ver un cartel de una de las películas que programaban ese día, y los primeros síntomas que presagian el abandono total.

domingo, 20 de julio de 2008

La Posada del Peine

A pocos pasos de la plaza Mayor está el alojamiento de huéspedes más antiguo de Madrid. Lo fundó Juan Posada en 1610, junto a la principal parada de diligencias y carruajes de la capital, para proporcionar un lugar donde hospedarse a los forasteros.

La Posada llegó a tener unas 150 habitaciones en sus años de mayor esplendor, algunas de las cuales contaban con pasadizos secretos para facilitar el trasiego de clientes entre ellas. Destacaba la habitación 126, en la cual había un armario en el que se escondía una escalera que conducía a una habitación secreta en la planta superior del edificio. Lo que hubiera en esa habitación secreta queda para la imaginación de cada uno.

Se cuenta que mientras las habitaciones exteriores eran grandes y luminosas, las del interior eran auténticos zulos en los que sólo había sitio para mesilla y cama. Debido a estas últimas habitaciones se hizo popular la frase "esto parece la Posada del Peine" para describir un lugar miserable.












El nombre de la Posada se debe al peine que, como cortesía para los clientes, se colgaba atado con una cuerda al lavamanos de cada habitación. Lo de la cuerda lógicamente se hacía para evitar su robo, algo que hoy puede resultarnos chocante, pero no lo es tanto si pensamos en las toallas, y en otros muchos objetos que pueblan las casas de algunos turistas.

En los años de esplendor el hotel ganó terreno ya que se anexionó casas contiguas, y también creció en altura, pero bien entrado el siglo XX las vacas flacas aparecieron, al empezar a demandar la gente otro tipo de comodidades. En 1970 la Posada echó el cierre, y hubo que esperar hasta el 2005 para ver de nuevo sus puertas abiertas. Así, tras una severa restauración, sobre todo interior, el local retomó su andadura con el rimbonbante nombre de Petit Palace Posada del Peine, un hotel de cuatro estrellas en el que el detalle del peine ha dado el relevo a duchas de hidromasaje, televisores de pantalla plana, acceso gratuito a Internet, y todas aquellas comodidades que a Juan Posada hace 400 años le habrían parecido fantasmales.

jueves, 17 de julio de 2008

El Parque del Capricho

Situado en la Alameda de Osuna, con una extensión de 14 Hectáreas se encuentra uno de los parques más espectaculares y menos conocidos de Madrid. En 1783 la duquesa de Osuna, Mª Josefa Alfonso Pimentel compró un terreno para construir una finca donde combatir el aburrimiento, y además competir en ostentación con la Duquesa de Alba y la mismísima Reina Maria Luisa.

Su construcción comienza en 1787, pero no finaliza hasta 1839, cinco años después de fallecer la duquesa. Durante la invasión francesa pasa a manos del general Agustín Belliard, pero tras la derrota de los "franchutes", el lugar regresó a la duquesa. A su muerte, la propiedad pasa a su nieto, Pedro Alcántara, que continúa revitalizando el lugar. Tras morir Pedro en 1844, el Parque pasa a su hermano Mariano, y es con éste personaje con el que el Parque comienza su decadencia terminando por ser subastado 38 años más tarde.

Tras pasar por muchos dueños, en 1932 es declarado Jardín Histórico. Durante la Guerra Civil, se construyeron allí refugios antiaéreos subterráneos, estableciéndose allí el Estado Mayor del Ejército del Centro de la República. En el búnker se decidió la rendición de Madrid y el final de la Guerra Civil. En 1942 es declarado Jardín Artístico, pero a pesar de ello sufre décadas de abandono hasta que en 1974 es adquirido por el Ayuntamiento. Finalmente en 1985 es declarado Bien de Interés Cultural.

El Parque abre al público sólo los fines de semana, y es un lugar que recomiendo a todos aquellos que quieran disfrutar de una jornada tranquila, llena de sorpresas. Debido a la gran cantidad de lugares a destacar: la plaza de los Emperadores, el Palacio, el estanque, el embarcadero, el Abejero, el Casino, la Casa de la Vieja, el Templo dedicado a Baco, la Ermita... creo que en una entrada no se puede recoger el alma de este parque por lo que iré poniendo periódicamente entradas para ir mostrando todos estos rincones.

lunes, 14 de julio de 2008

Beatriz Galindo "La Latina"

En 1465 (1475 según otros historiadores) nace en Salamanca en una familia de hidalgos venidos a menos, la escritora y humanista Beatriz Galindo, una de las mujeres más eruditas de su tiempo. De entre sus hermanas, fue la elegida por sus padres para ser monja, por lo que la enviaron a aprender Gramática a una institución dependiente de la Universidad de Salamanca. Allí se reveló como un portento para leer, traducir y hablar el latín con suma corrección. Tanto es así, que sólo con 16 años era considerada una consumada especialista en textos clásicos, destacando sobre todo su pasión por Aristóteles.

En 1486 es requerida por la reina Isabel I de Castilla para que le ayude a perfeccionar su floja formación en latín, y poder así estar a la altura de su esposo, el rey Fernando de Aragón. La sintonía entre las dos mujeres llegó hasta el punto de que Beatriz se convirtió en una de sus mejores consejeras, e incluso fue institutriz de sus hijas.

Se casó en 1491 por deseo de los Reyes Católicos con uno de los héroes de la Reconquista, Francisco Ramírez de Madrid, el Artillero, con el que tuvo dos hijos. A los diez años enviudó y se quedó en Madrid sirviendo a Isabel I hasta que en 1504 "la Católica" murió. Desde entonces fue retirándose poco a poco del ajetreo de la corte para dedicarse a fundar hospitales y conventos. Tras morir en 1534, su legado se reduce a un par de cartas en latín y algunos versos, además de su última voluntad en la indicaba el deseo de repartir su fortuna entre los pobres, ya que un gran número de documentos relacionados con ella fueron quemados durante la Guerra Civil.

Hoy en Madrid se la recuerda de distintas formas: tenemos el castizo barrio de la Latina, sito en el distrito del mismo nombre, en el cual vivió, una calle en su honor, un teatro e incluso un instituto. A la altura de la Puerta del Angel hay un monumento erigido en recuerdo de su figura en el que aparecen estas palabras de Lope de Vega: “Como aquella Latina que apenas nuestra vista determinasi fue mujer o inteligencia pura; docta con hermosura y santa en lo difícil de la corte". Es de destacar su figura ya que fue capaz de demostrar su talento en una época en la que las mujeres no disponían de las mismas oportunidades que los hombres para acceder a la cultura.

jueves, 10 de julio de 2008

Los tiempos del palulú

Recuerdo que de pequeño uno de mis entretenimientos era comprar aquellas raíces que con ahínco se chupaban y masticaban como si fueran el dulce más elaborado, hasta que perdían todo su jugo y se convertían en simples hebras secas. Estoy hablando de esos palos rugosos conocidos como regaliz de palo, paloduz, palolú, o como le llamábamos en el barrio, "el palulú".

Qué poco sabíamos entonces que esta raíz, a partir de la cual se saca el regaliz, además de endulzarnos la niñez, también tenía usos medicinales. De hecho, alivia los dolores estomacales, renales, tiene propiedades antiinflamatorias y se ha usado para tratar problemas respiratorios causados por resfriados y bronquitis. Hasta desconocíamos que según se creía antiguamente esta raíz era afrodisíaca siempre y cuando el consumidor fuera del sexo femenino.

La planta, "glycyrrhiza glabra", nace en la primavera y muere al acabar el otoño que es cuando se extrae la raíz. Antes, gran parte de lo que se recogía se consumía como palulú, pero a día de hoy día esto es ya algo testimonial porque en su mayoría se utiliza para fabricar regaliz negro como el de las famosas "juanolas".

Si nunca probaste el palulú, aún estás a tiempo. En Madrid puedes encontrarlo sin problemas en algunas tiendas de golosinas, o gracias a los vendedores ambulantes que pululan por la calle Arenal (foto de arriba), el Rastro (foto de abajo), o el Retiro. Es posible que su sabor te resulte diferente a lo que normalmente estás acostumbrado a tomar, pero creo que merece la pena probarlo.

martes, 8 de julio de 2008

Trampantojo en la Plaza de los Carros

La palabra trampantojo o lo que es lo mismo trampa ante el ojo, procede de la expresión francesa “trompe l’oeil”. Esta técnica pictórica intenta engañar a la vista jugando con la perspectiva y otros efectos ópticos para intentar suplantar la realidad. Estos espejismos pueden ser interiores, representando ventanas, puertas, etc o exteriores, en aquellas medianerías que por una u otra razón han quedado al descubierto.













En la Plaza de los Carros el viandante despistado por un momento no es capaz de distinguir qué balcones son los verdaderos. En el trampantojo destacan dos hombres, conocidos por algunos vecinos como "los Pacos", que asomados al balcón intentan controlar todo aquello que discurre por su calle. Según el autor de la obra, Alberto Pirrongelli, estos dos hombres eran dos vecinos reales del edificio tan entusiasmados por el proyecto que le pidieron ser inmortalidos allí. En este caso la medianería quedó al descubierto debido al derrumbe de un edificio por un bombardeo durante la Guerra Civil. Además de los Pacos, nos encontramos con un gato en actitud expectante.

Originalmente en la parte baja de la fachada estaban pintados tres comercios pertenecientes a las tres entidades que habían patrocinado el mural, pero por desgracia algún grafitero desalmado ha preferido pasar él a la posteridad antes que dejarnos disfrutar plenamente de la obra.

A partir de este primer trampantojo iré poniendo mensualmente aquellos que conozco para compartirlos con los que no los conocen. Si alguien conoce alguno puede indicármelo y ya lo iré colgando.

sábado, 5 de julio de 2008

Manifestación por la visibilidad

Desde el pasado miércoles 2 de julio, y hasta mañana domingo, se celebran en el barrio de Chueca, las fiestas del Orgullo Gay. Normalmente se desarrollan el fin de semana más próximo al 28 de junio para así conmemorar el punto de partida del activismo homosexual en 1969 en el "Stonewall Inn"(Nueva York). Sin embargo, este año los colectivos gays convocantes decidieron que cada asociación celebrase en su localidad su Orgullo el día 28, y después todos juntos celebraran la Manifestación de Madrid del 5 de julio.

Así, conciertos, concursos y todo tipo de actividades, repartidas en distintos escenarios, han precedido a la manifestación arco iris que hoy recorrerá las calles de Madrid. Más de 1 millón de personas bajo el lema "Por la visibilidad lésbica" (adaptado por los participantes como "bollo a la vista") celebrarán la multicolor manifestación, y reivindicarán este año al colectivo femenino. El motivo es que, según los organizadores, las lesbianas siguen siendo las grandes discriminadas del mundo homosexual, por lo que solicitan que aquellas famosas que tengan esta orientación sexual sean capaces de seguir el ejemplo de muchos hombres y salgan públicamente del armario.

Aunque no acabo de comprender que deba hacerse una manifestación para reivindicar la condición sexual de cada uno (espero que a nadie le siente mal), creo que teniendo en cuenta todas las concentraciones que a diario tiene que soportar Madrid, esta al menos aporta otra forma de demandar sus derechos.

miércoles, 2 de julio de 2008

Eloy Gonzalo "Cascorro"

La acogida otorgada el lunes a los jugadores de fútbol de la selección me recordó a lo que sucedía antiguamente cuando los soldados volvían de la guerra. Así, me vino a la cabeza uno de los considerados héroes populares de este país, se trata de Eloy Gonzalo, conocido como Cascorro. Su llegada al mundo el 1 de diciembre de 1868 no pudo empezar peor ya que fue abandonado en la puerta de la Real Inclusa, portando entre sus ropas una nota en la que su madre rogaba que el niño fuera bautizado con el nombre de Eloy Gonzalo. Nueve días su suerte cambia, y es adoptado.

En 1892 ingresa en el Cuerpo de Carabineros y su vida sufre un nuevo revés ya que en 1895 es condenado a doce años de prisión por insubordinación. La causa es el altercado que mantiene con un teniente al descubrir que su novia, con la que está a punto de casarse, mantiene relaciones con su superior. Gracias a un Real Decreto que perdona la cárcel a los que acudan a pelear en la guerra de Cuba, Eloy embarca en noviembre de 1895 hacia la isla. El 22 de septiembre de 1896, su batallón con 170 soldados está en Cascorro, aldea situada cerca de Puerto Príncipe, provincia de Camagüey, y son cercados por más de 3.000 rebeldes cubanos.

El día 26, la situación es crítica y es entonces cuando Eloy, sin nadie que le espere en España, se presenta voluntario para una misión suicida consistente en quemar las casas desde donde son atacados. Seguro de su muerte, pide ser atado con una cuerda para poder ser arrastrado y rescatado cuando caiga abatido por los insurgentes. Así, atado con una soga, cargado con su fusil y una lata de petróleo, reptó hasta la casa, la prendió y logró volver indemne, consiguiendo así acabar con el asedio.

El premio recibido fue la Cruz de Plata al Mérito Militar y una pensión mensual vitalicia de 7'50 pesetas. Sin embargo la suerte le volvió a salir cruz cuando tras seguir combatiendo, murió de disentería en el hospital de Matanzas en 1897. Tras la derrota final de 1898, sus restos fueron repatriados y reposan en el Cementerio de la Almudena junto a otros caídos durante las guerras de Cuba y Filipinas.

Aunque su gesta tuvo poca relevancia militar, el pueblo de Madrid decidió rendirle un homenaje de admiración por lo que le dedicó una calle y levantó una estatua en su honor en pleno Rastro. Inaugurada en 1902, muestra a un soldado con su Máuser y su correspondiente bayoneta al hombro, una lata de gasolina y una soga rodeando su cintura.