La Mallorquina con sus dos entradas, una al 8 de la Puerta del Sol (la más concurrida, junto a la salida del Metro) y otra al número 2 de la calle Mayor, es quizás la pastelería más famosa de Madrid. Su origen se remonta al año 1894, cuando fue fundada por el balear Juan Ripoll, que posteriormente durante la Guerra Civil vendió el negocio a sus actuales propietarios.
Este es uno de los lugares de referencia tanto para turistas como para madrileños, debido a la calidad de su repostería. En general se dice que su producto estrella son las napolitanas de crema (por un euro), aunque para otros lo más destacado es su nata o las trufas. Tampoco hay que olvidarse de los productos de determinadas festividades como los huesos de santo o el roscón de Reyes. En todos los casos la clave se encuentra en que lo que te estás comienda está recién sacado del horno.
Cuando entras al local parece que retrocedes en el tiempo ya que aún mantienen la decoración de hace cuarenta o cincuenta años, en la que destacan los mostradores blancos, el aluminio, así como la iluminación con fluorescentes.
En la planta baja hay dos mostradores, uno para la bollería, y el otro para las trufas, violetas, lenguas de gato... Además al fondo hay una pequeña barra que casi siempre está atestada de gente, pero sin duda el sitio estrella es la planta de arriba donde encontrarás un salón con mesas, y unos amplios ventanales para poder disfrutar del bullicio de Madrid.
Para mí este es un buen sitio para poder tomar un café y comprobar como la mayoría de la gente va corriendo a todos los sitios poseídos por las prisas de Madrid. Para toda la clientela que tienen, son bastente rápidos, aunque una de las pegas que le encuentro al local (y para mí es importante) es que alguna vez que me he tomado el café en la barra de abajo, me lo han servido a los cinco segundos de pedirlo.
Tanta efectividad sólo puede explicarse teniendo en cuenta que de forma continua van preparando cafés, más de los que les hacen faltan, para así no verse sobrepasados por el continuo trasiego de gente, y con eso para mí pierden calidad. Por eso, para evitar situaciones como esas recomiendo ir a la parte de arriba, y poder disfrutar completamente del sitio y del café.