jueves, 28 de febrero de 2008

Mitoraj en el Paseo del Prado

El Paseo del Prado es uno de los principales bulevares de la capital. En él, junto a la Cibeles o Neptuno, se concentran tres espectaculares museos como son el Prado, el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía (éste ya en la Glorieta de Carlos V). A todo esto hay que sumarle desde el pasado 20 de febrero, la exposición "El Mito perdido" de Igor Mitoraj. Escultor de origen polaco, aunque nacido en Alemania, Mitoraj es uno de los artistas europeos más reconocidos por sus manifestaciones de arte en la calle.

En esta exposición se pretende acercar el arte al público para que todos aquellos a los que les da pereza acudir a un museo, también puedan disfrutar del arte. La verdad es que esto se está consiguiendo, ya que todas las veces que he pasado por el Paseo la expectación por las esculturas era considerable.

La exposición que ya ha pasado por varias ciudades españolas, se incluye dentro del programa "Arte en la calle" de la Obra Social "La Caixa". En ella se exponen un total de veintiséis esculturas (una de ellas se estrena en Madrid), de las cuales veintitrés se distribuyen entre la Plaza de Murillo y la Cuesta de Moyano, mientras que las otras tres se alzan en la plaza del Centro Social y Cultural de la Obra Social "la Caixa".












Según los organizadores, en la exposición se puede comprobar cómo Mitoraj recupera el espíritu del arte de Grecia, de Roma y de los grandes maestros de la escultura del Renacimiento con sus imágenes de héroes y dioses inspiradas en temas de la historia y la mitología. Se evoca la magia de la pieza arqueológica, y del fragmento escultórico en estado puro, a veces incompleto pero grandioso.

martes, 26 de febrero de 2008

Los jardines de Sabatini

Estos jardines de estilo neoclásico, situados entre la calle de Bailén y la cuesta de San Vicente, ocupan la fachada norte del Palacio Real. Su nombre no se corresponde con la persona que los creó, sino con el que diseñó las caballerizas reales que antes ocupaban este espacio. En ellas, además de los animales, se guardaban las carrozas y coches que hoy pueden verse en el Museo de Carruajes.

La proyección de los jardines se hizo durante la Segunda República, cuando el Gobierno se incautó los bienes del Real Patrimonio cediendo los edificios que allí se levantaban al Ayuntamiento de Madrid con el fin de que hiciera un parque público. Sin embargo, debido a la Guerra Civil, el proyecto no se retomó hasta los años cuarenta, quedando finalmente inaugurados en el año 1950. Más tarde, en 1972, se realizó una reforma durante la cual se construyeron las escaleras para poder bajar al recinto.

La principal característica de sus 2,54 Ha de superficie, es que recuerdan a los jardines franceses, siendo la simetría de sus parterres, y sus setos perfectamente recortados, sus elementos dominantes. En su interior, combinando con los jardines también hay fuentes, situadas de forma geométrica entre sus paseos. Predominan los setos de boj, magnolios, cedros, así como cipreses. Todo ello adornado con un estanque, quedando a su alrededor estatuas de reyes españoles, éstas que en un principio debían coronar el Palacio Real, pero que finalmente no se ubicaron allí por su excesivo peso.








Una de las estatuas es la de Carlos III, rey que paradójicamente no tuvo interés durante alguno en su construcción ya que su deseo era un proyecto más urbano en el que irían edificios en vez de jardines.

Debido a su ubicación junto al Palacio Real, los jardines son punto obligado en las visitas turísticas. Su entrada es libre y gratuita, y se pueden visitar todos los días pero con un horario restringido para evitar posibles actos vandálicos. Así, permanecen abiertos de nueve de la mañana a ocho de la tarde durante los meses de octubre a abril, y de nueve de la mañana a nueve de la noche de mayo a septiembre. Además, durante los meses de verano, son el fondo de escenario perfecto para albergar conciertos de música clásica o flamenco, así como representaciones de zarzuela.

sábado, 23 de febrero de 2008

MadriXXX












Madrid con tres X, las de las tres salas de este tipo de cine que aún sobreviven en la capital. El porno, prohibido durante la dictadura, tuvo sus años gloriosos con la llegada de la democracia. A partir de los 80 se produjo un goteo constante de aperturas de salas X, llegando a haber en su momento un total de 15, compitiendo por un mercado en auge.

Hoy, unos 20 años después, el negocio casi toca fondo, y malvive en parte, gracias a una clientela fija que se resiste a abandonar "su cine". La caída del negocio, se debe entre otras cosas a que la novedad que había por todo lo relacionado con el sexo en España hace años que ya acabó. Además, hoy existe gran facilidad para poder ver material pornográfico sin moverte de tu casa, gracias a Internet.

Actualmente en Madrid sólo trabajan tres de esas salas: el cine Postas, el Alba, y el Cervantes.

El Alba está situado en el número 4 de la calle Duque de Alba, junto a Tirso de Molina. Su entrada, la verdad no llama demasiado la atención por su atractivo, más bien todo lo contrario, ya que es en un pasadizo algo lóbrego, que no invita a adentrarte en él. A ambos lados del pasillo podrás consultar la programación, y lo primero que llama la atención es que esté hecha a mano. Esto es así porque según la Ley 1/1982, la publicidad en estas películas sólo podrá usar los datos de la ficha técnica y artística, con exclusión de toda representación icónica o referencia argumental. Por ello, los cines deben confeccionar sus propios carteles, siendo el resultado más que discutible.

El segundo superviviente es el Cervantes, situado en el 39 de la Corredera Baja de San Pablo, cerca de la Plaza de San Ildefonso. Aquí te encuentras con la típica entrada de cine, eso sí, de hace 20 ó 30 años, ya que las reformas, al menos en el exterior no se recuerdan desde hace mucho tiempo.

Quizás el más atractivo para el posible cliente en lo que a la entrada se refiere, sea el cine Postas, situado en el número 9 de esa misma calle, a pocos metros de la Plaza Mayor. Tras las últimas reformas, tiene un aspecto algo más moderno. Además, aprovechando al máximo el espacio, han convertido su antigua taquilla en tienda de recuerdos para guiris.

En estas salas hay doble sesión continua de 10 de la mañana a 10 de la noche, y conservan un público variado, en el que destacan personas ya talluditas, jóvenes que disfrutan compartiendo su placer con desconocidos, y parejas con ganas de experimentar sensaciones nuevas, sin olvidarnos de las tradicionales pajilleras.

De todos los cines ya desaparecidos quizás el más mítico fue el Carretas, a sólo unos metros de la Puerta del Sol. Desde su fundación, pajilleras y homosexuales ocuparon sus localidades, y como homenaje, Sabina en 1984 escribió Juana la loca (se llamaba Ramón):

Después de toda una vida de oficina y disimulo,
después de toda una vida sin poder mover el culo,
después de toda una vida viendo a la gente decente
burlarse de los que buscan amor a contra corriente.

Después de toda una vida sin un triste devaneo,
coleccionando miradas en el desván del deseo,
de pronto un día pasaste de pensar que pensarían
si lo supieran tu mujer, tus hijos, tu portera,
y te fuiste a la calle con tacones y bolso
y Felipe el Hermoso por el talle.

Desde que te pintas la boca
en vez de Don Juan te llamamos Juana la loca.

Después de toda una vida sublimando los instintos ,
tomando gato por liebre; negando que eres distinto,
después de toda una vida poniendo diques al mar,
trabajador intachable, esposo y padre ejemplar.

Después de toda una vida sin poder sacar las plumas,
soñando cuerpos desnudos entre sábanas de espuma,
de pronto un día pasaste de pensar que pensarían
cuando supieran tu mujer, tus hijos, tu portera,
que en el cine Carretas una mano de hombre
cada noche bucea en tu bragueta.

Desde que te pintas la boca
en vez de Don Juan te llamamos Juana la loca.

lunes, 18 de febrero de 2008

Estamos de mudanza

Aquel que sea de Madrid, sabrá que recientemente hemos estado de mudanza. ¿De qué mudanza hablo dirá algún despistado? Pues bien, después de casi cuatrocientos años teniendo el Ayuntamiento su sede en la Plaza de la Villa, se acaba de producir su traslado al Palacio de Correos y Telecomunicaciones.

La verdad es que estéticamente la nueva sede es impresionante, pero yo que desde pequeño he conocido su lugar en la Plaza de la Villa, antigua plaza del Salvador, debo reconocer que esta pequeña plaza me resultaba mucho más acogedora.

Y es que desde que Madrid fuera reconquistada por Alfonso VI a finales del siglo XI, los regidores de la ciudad habían celebrado siempre sus reuniones en esta Plaza. Ya en 1346 Alfonso XI constituyó oficialmente el Ayuntamiento, y finalmente tras el derribo de la iglesia de San Salvador en 1599, se construyó la Casa de la Villa, inicándose las obras en 1644, y finalizando 52 años después.

En el exterior de la Casa de la Villa destacan las dos puertas de entrada en contraposición a los cánones de la época que obligaban a situar una en el centro de la fachada. La más cercana a la calle Mayor es la que correspondía a la Casa del Ayuntamiento y la segunda a la Cárcel de la Villa.

Además, en la Plaza destaca la presencia de la estatua de Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz, que participó entre otras, en la batalla de Lepanto. Junto a él, abren sus puertas a la Plaza dos edificios con historia, como son la casa de Cisneros y la casa y torre de los Lujanes.

La Casa de Cisneros, levantada en 1537 está unida a la casa de la Villa por un puente veneciano, construido en 1915, que sobrevuela la antigua calle de Madrid. De esta casa, vestido con las ropas de su mujer, escapó en 1590, Antonio Pérez, el secretario de Felipe II, acusado de alta traición.

La construcción más antigua de la Plaza es la Casa y torre de los Lujanes, construida en el siglo XV. Es tradición que en esta torre estuvo preso el rey Francisco I de Francia tras la batalla de Pavía, en el año 1525 contra el Emperador Carlos I.


Por último hay que hablar del Palacio de Correos y Telecomunicaciones, que hasta ahora había venido funcionado como sede de la Secretaria de Estado de Telecomunicaciones, y además era una de las principales oficinas postales de la capital.

Con la Cibeles, y el Palacio de Linares a su lado, y muy cerca de la Puerta de Alcalá, se erige este edificio, inaugurado en 1909 para ser la sede de la Sociedad de Correos y Telégrafos de España. Consta de una torre central con reloj, y otra torre a cada lado, con un gran patio interior.

Una vez ya finalizada la construcción del Palacio, el pueblo de Madrid, fascinado por su belleza pasó a conocerlo como Nuestra Señora de las Comunicaciones.

El cambio de sede ha traído bastante polémica, sobre todo por el coste del traslado (unos 400 millones de euros tienen la culpa) y por la poca necesidad que había de realizarlo según parte de la población. Encima, el inicio de actividades allí no ha comenzado de la mejor forma ya que las últimas noticias aparecidas en la prensa, aseguran que las ratas campan a sus anchas en la nueva sede, donde aparecen en el momento menos esperado provocando el sobresalto de los empleados municipales.

jueves, 14 de febrero de 2008

Los limpiabotas de Gran Vía

No corren buenos tiempos para aquellos que se dedican al arte de sacar brillo al calzado. Cada día quedan menos limpiabotas en nuestras calles, de hecho, este es uno de los oficios que por múltiples factores tiende a desaparecer.

Los motivos del declive son variados, pero entre ellos se pueden citar la llegada de materiales sintéticos que sustituyen a la piel, el uso masivo de las zapatillas de deportes, e incluso la presencia, cada vez más habitual, de productos para limpiar el calzado en nuestras casas.

En Madrid aún puedes encontrar varios supervivientes del oficio. Si vas por Gran Vía, al llegar a la altura del antiguo cine Avenida (esquina Callao) encontrarás todos los días a cinco o seis limpiabotas, que sentados en su taburete, esperan o atienden a sus clientes. Junto a ellos sus cajas de betún, cremas, cepillos y bayetas, y sus inseparables carteles invitando al paseante a acercarse: "El símbolo de la elegancia es el zapato limpio".

Así, te ofrecen dar lustre a tus zapatos, e incluso un poco de charla, a cambio de tres euros y medio y 10 minutos de tu tiempo.

domingo, 10 de febrero de 2008

La plaza de Santa Ana

La Plaza de Santa Ana se encuentra en el centro de Madrid, en el denominado Barrio de las Letras. Debe su nombre al Monasterio del mismo nombre de Carmelitas Descalzas situado antiguamente allí. Fue fundado por San Juan de la Cruz en el 1586 y mandado derribar en el 1810 por José I Bonaparte.

Hoy día la plaza cuenta con una estatua de Calderón de la Barca, y otra de García Lorca. Además hay dos edificios a destacar: el Teatro Español, levantado por Villanueva en el 1807, y el hotel Victoria, que alcanzó fama por ser el lugar preferido de los toreros, en el lugar donde estuvo el palacio de Eugenia de Montijo, Condesa de Teba y esposa de Napoleón III.

Por su cercanía a la puerta del Sol, esta plaza es muy frecuentada. De hecho es una de las zonas más típicas para poder ir de tapas y tomar unas cervezas en una de sus terrazas o en una de sus muchas cervecerías.

viernes, 8 de febrero de 2008

El puente de los suicidas

El Viaducto era hasta hace pocos años el lugar elegido por los suicidas para acabar sus días. Se construyó por encima de la calle Segovia como continuación de Bailén, para superar los desniveles de esa zona, y así poder comunicar a los barrios que quedaban al otro lado del Palacio Real.

La primera idea para su construcción se debe a Bautista Sacchetti, a mediados del siglo XVIII, pero no es hasta un siglo después cuando se retomó la idea. Así, tras derribar varios edificios, se construye en hierro el primer viaducto, siendo inaugurado en 1874. Sin embargo, éste pronto quedó anticuado debido al continuo auge del tráfico de la zona por lo que en el año 1933 Francisco Javier Ferrero comienza un nuevo proyecto, que finalmente se inaugura en 1942.

Ya desde su construcción, sus 23 metros de altura (del arco central a la calle Segovia), llamaron la atención a los suicidas de la capital, y la tendencia a tirarse desde allí en caída libre fue tal que en 1875 el ayuntamiento acordó poner alambradas en la verja para evitar dichos actos.

Desde pequeño he oído una historia que no sé si es cierta o sólo es leyenda. Se cuenta que un suicida se lanzó desde allí, con tan mala suerte que cayó encima de un panadero que pasaba por allí con su cesto de pan en la cabeza. Sobre todo la mala suerte fue para el panadero que acabó muerto, mientras el suicida se salvó.

Lo que por desgracia no tiene nada de leyenda, fue la muerte de un especialista en el año 2000. La víctima saltó, y se estrelló contra el suelo cuando grababa una escena que simulaba el suicidio del protagonista de la película 'Canícula'. El motivo de la muerte fue que las cuerdas usadas para la sujeción del especialista eran excesivamente largas.

Esta ha sido la útima muerte registrada allí ya que hace unos años se colocaron unos paneles de vidrio a lo largo de todo el viaducto para así impedir la tentación. Desde entonces nadie se ha suicidado allí. Esperemos que siga así.

domingo, 3 de febrero de 2008

¿Dónde está Velázquez?

¿Dónde está Velázquez? Esa era la pregunta que hace unos nueve años más se hicieron los encargados de la búsqueda del genial pintor sevillano. ¿Qué pasaba con Velázquez? ¿Por qué se le buscaba? ¿Había desaparecido, o quizás no estaba donde decían que estaba?

La Plaza de Ramales debe su nombre a un pueblo de Cantabria, escenario de una de las batallas carlistas más célebres. Allí, en 1839 se enfrentó el general Espartero al ejército carlista del general Maroto. El enfrentamiento se saldó con la derrota de este último lo que precipitó el final de la primera Guerra Carlista, escenificado mediante la firma del Convenio de Vergara, concluido en agosto de 1939.

Antiguamente se encontraba en esta plaza la iglesia de San Juan, una de las más antiguas de Madrid. Fue en esta iglesia donde Velázquez y su mujer, Juana Pacheco, fallecidos en 1660, fueron enterrados. Se cree que sus vestigios fueron introducidos en la cripta de la iglesia, junto con los cuerpos de otros ilustres de la época, principalmente primogénitos de casas nobles (en ella fue bautizada la infanta Margarita de Austria, hija de Felipe IV).

En 1810, José Bonaparte derribó la iglesia para crear zonas espaciosas en los alrededores del Palacio Real. Como los trabajos de demolición se hicieron a toda prisa, la cripta, según algunas hipótesis, no fue afectada por las obras. Por tanto, debería seguir intacta bajo el pavimento.

En 1999 la Comunidad de Madrid emprendió una labor de búsqueda de la tumba abriendo distintas catas arqueológicas en la plaza para desenterrar la estructura de la iglesia y buscar indicios sobre la posible localización de la lápida del pintor. Se encontró un cuerpo momificado bajo un altar, y en principio se atribuyó a Velázquez, pero después se comprobó que no era así ya que la ropa que vestía la momia no coincidía con la que llevaba el pintor cuando fue enterrado.

La infructuosa búsqueda hizo pensar que los restos del pintor fueron trasladados antes de la demolición de la iglesia. Parece ser que había un acta que recogía el traslado del cadáver al convento de la Inmaculada de San Plácido, en la calle de San Roque de la capital. En este convento, bajo el altar de la Capilla de la Inmaculada Concepción, se descubrió de forma fortuita en 1994 la momia de un caballero de la orden de Santiago con espada y sombrero, en un féretro en terciopelo negro, tachonado, tal y como describieron el atuendo y el féretro de Velázquez las crónicas de la época. Junto a él se encontró el cuerpo de una mujer.

Sin embargo, a día de hoy, todavía es una incógnita el paradero de los restos de Velázquez. Es posible que hubieran sido mezclados durante las excavaciones realizadas en otros tiempos, perdidos en la destrucción del templo bajo la ocupación francesa, o vete a saber qué pasó.

Lo único que queda de la investigación han sido los vestigios arqueológicos descubiertos que han quedado expuestos al público, aunque la verdad tampoco es nada del otro mundo. En fin, que Velázquez tendrá que seguir esperando, mientras que los demás nos conformaremos con disfrutar de sus pinturas, que yo creo es mucho más interesante.

sábado, 2 de febrero de 2008

El kilómetro cero

La idea de centro se asocia a la de equidistancia, cualidad que a Madrid se le ha atribuido siempre, de ahí que en el año 1561 Felipe II estableciera su corte imperial en esta ciudad. El kilómetro cero de un país es una localización geográfica tomada como referencia para medir las distancias, estando en España situado en la madrileña Puerta del Sol, junto a la Real Casa de Correos, hoy sede la Comunidad de Madrid.

A pesar de esto, el centro geográfico de la península ibérica está en Getafe, a unos 10 km al sur de Madrid en el Cerro de los Angeles, donde puedes encontrar la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles (siglo XIV) y el Monumento al Sagrado Corazón. Mucho antes, en la época romana se pensaba que Pinto, Punctum en latín, era el centro de Hispania. De ahí el nombre que le dieron los romanos, Punctum, precedente del actual Pinto.

La representación del kilómetro cero es una inscripción semicircular situada en el suelo, con un recuadro en mármol rosáceo silueteado por hebras doradas, similares a las que trazan sobre un mapa de España las seis grandes rutas que parten desde un número cero negro que está entre dos grandes agujas. La placa fue instalada en 1950 junto a lo que entonces era el Ministerio de Gobernación, y hoy es la sede de la Comunidad de Madrid.

Este es junto a la Mallorquina, y la estatua del oso y el madroño, uno de los lugares de encuentro más frecuentes. De hecho, si alguna vez pasas por allí es posible que ni te des cuenta de su presencia, y si vas sabiendo donde está es más que probable que te encuentres con alguien encima de la inscripción, simplemente por la curiosidad de estar allí.

Como no podía ser de otra forma, queda para acompañar esta entrada la canción de Ismael Serrano: "Km 0"

Madrid, deshabitado como mi colchón
el verano en que me hice mayor,
y ella que ya no llama

Tanta ciudad y tan poco por hacer,
gente que sueña su siesta y que
mira por la ventana

Gente que miente por un trozo de calor,
que reza por que pare el ascensor,
atrapado contigo

Madres que pieden a sus hijos al nacer,
buscando entre tus piernas lo que ayer
han dado por perdido

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que han de venir,
la lluvia que se derrama por ti

Bares en los que la calma y la cerveza
salvan nuestra vida, y mi cabeza
soñando estar bajo tu ropa

Promesas que se dicen en la cama,
luces que se clavan en tu espalda,
deja que yo te vista ahora

Bajo unas ruedas mi mala sombra arrojaré,
quizás así interprete ese papel
en el que soy tu abrigo

Mujeres que quizás hoy no puedas pagar
cuestionan con sus labios la verdad
de que aún seguimos vivos

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que han de venir,
la lluvia que se derrama por ti

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que vendrán,
la calma que nos trae tu tempestad

viernes, 1 de febrero de 2008

Julia y el barrendero

Si estás paseando por la plaza de Jacinto Benavente, y vas algo despistado pensando en tus cosas, es posible que de repente choques con alguien, no sería la primera vez que ocurre. ¿Quién es el personaje que se encuentra siempre en medio para irse chocando con la gente? Ni más ni menos, el barrendero de la plaza, escoba en mano.

El entonces alcalde, Alvarez del Manzano, inauguró la estatua el 19 de julio de 2001 como homenaje a los barrenderos encargados de hacer que Madrid intente ser una ciudad más limpia. De hecho, según he leído, la cara y el cuerpo del barrendero pertenecen a Jesús Moreno, uno de los más veteranos barrenderos de la capital. Está hecha de hierro, y como dato curioso comentar que en las dos solapas de la chaqueta lleva grabada la palabra Sol, pero donde debería aparecer la letra o se encuentra el escudo de Madrid.

Su soledad en la plaza es enorme, y sólo se ve rota como ya dije con los choques que va provocando con los peatones despistados, así como con aquellos que se paran un momento para hacerse una foto con él. También los hay que le utilizan para poner sus grafitis, o para colocar pegatinas reivindicativas sobre él. Incluso como remate, creo que hace un tiempo algunos "graciosos" hasta le robaron su cepillo.

Todo esto me ha hecho pensar qué podía hacer yo, como podía compensar en algo su soledad, y ha sido entonces cuando me he acordado de Julia, que también está en una situación similar. Por eso, he decidido juntarlos aquí para ver si entre ellos se consuelan, y quien sabe, quizás hasta surja algo. La estatua de Julia, bastante menos conocida que la de nuestro amigo el barrendero, se encuentra desde el 2003 en la calle del Pez, junto al Palacio Bauer (actual escuela de canto).

El motivo de su existencia fue la noticia que allá por el 1840 circulaba de boca en boca por Madrid, “El extraño caso de la doncella Julia”. En un época en la que sólo se permitía ir a los hombres a la Universidad, se descubrió que una mujer, de nombre Julia, acudía a clase disfrazada de chico. Se trataba de la Universidad Central, la que da nombre oficial al barrio, en la calle San Bernardo. Este hecho le sirvió de inspiración al escultor Antonio Santín para crear la escultura “Tras Julia” que representa a una joven apoyada en la pared con varios libros entre los brazos.

Aquí les dejo, y que entre ellos se arreglen como quieran o puedan. !Suerte!