¿Dónde está Velázquez? Esa era la pregunta que hace unos nueve años más se hicieron los encargados de la búsqueda del genial pintor sevillano.
¿Qué pasaba con Velázquez? ¿Por qué se le buscaba? ¿Había desaparecido, o quizás no estaba donde decían que estaba? La Plaza de Ramales debe su nombre a un pueblo de Cantabria, escenario de una de las batallas carlistas más célebres. Allí, en 1839 se enfrentó el general Espartero al ejército carlista del general Maroto. El enfrentamiento se saldó con la derrota de este último lo que precipitó el final de la primera Guerra Carlista, escenificado mediante la firma del Convenio de Vergara, concluido en agosto de 1939.
Antiguamente se encontraba en esta plaza la iglesia de San Juan, una de las más antiguas de Madrid. Fue en esta iglesia donde Velázquez y su mujer, Juana Pacheco, fallecidos en 1660, fueron enterrados. Se cree que sus vestigios fueron introducidos en la cripta de la iglesia, junto con los cuerpos de otros ilustres de la época, principalmente primogénitos de casas nobles (en ella fue bautizada la infanta Margarita de Austria, hija de Felipe IV).
En 1810, José Bonaparte derribó la iglesia para crear zonas espaciosas en los alrededores del Palacio Real. Como los trabajos de demolición se hicieron a toda prisa, la cripta, según algunas hipótesis, no fue afectada por las obras. Por tanto, debería seguir intacta bajo el pavimento.
En 1999 la Comunidad de Madrid emprendió una labor de búsqueda de la tumba abriendo distintas catas arqueológicas en la plaza para desenterrar la estructura de la iglesia y buscar indicios sobre la posible localización de la lápida del pintor. Se encontró un cuerpo momificado bajo un altar, y en principio se atribuyó a Velázquez, pero después se comprobó que no era así ya que la ropa que vestía la momia no coincidía con la que llevaba el pintor cuando fue enterrado.
La infructuosa búsqueda hizo pensar que los restos del pintor fueron trasladados antes de la demolición de la iglesia. Parece ser que había un acta que recogía el traslado del cadáver al convento de la Inmaculada de San Plácido, en la calle de San Roque de la capital. En este convento, bajo el altar de la Capilla de la Inmaculada Concepción, se descubrió de forma fortuita en 1994 la momia de un caballero de la orden de Santiago con espada y sombrero, en un féretro en terciopelo negro, tachonado, tal y como describieron el atuendo y el féretro de Velázquez las crónicas de la época. Junto a él se encontró el cuerpo de una mujer.
Sin embargo, a día de hoy, todavía es una incógnita el paradero de los restos de Velázquez. Es posible que hubieran sido mezclados durante las excavaciones realizadas en otros tiempos, perdidos en la destrucción del templo bajo la ocupación francesa, o vete a saber qué pasó.
Lo único que queda de la investigación han sido los vestigios arqueológicos descubiertos que han quedado expuestos al público, aunque la verdad tampoco es nada del otro mundo. En fin, que Velázquez tendrá que seguir esperando, mientras que los demás nos conformaremos con disfrutar de sus pinturas, que yo creo es mucho más interesante.