sábado, 26 de enero de 2008

Jardines del Palacio de Anglona

Escondido en la parte baja de la plaza de la Paja, en el Madrid de los Austrias, se encuentra el jardín del Príncipe de Anglona, un lugar poco conocido por los madrileños (fue restaurado y abierto al público por el Ayuntamiento en el año 2002), levantado sobre un terraplén artificial salvando el desnivel de la Calle de Segovia.

Fue diseñado por el francés Chalmandrier, a finales del XVIII, como lugar de recreo para los propietarios del palacio contiguo. Su distribución recrea parte del dibujo original, con celosías en sus paredes abiertas y pequeños caminos de ladrillo que dan lugar a cuatro cuadrantes diferenciados y a una intersección central. Un par de fuentes y un cenador son los elementos más singulares de este jardín, en el que hay bancos de granito para sentarse. Debido a su poca popularidad, es más que posible que puedas estar en uno de ellos un buen rato sin que nadie te moleste.

El palacio del Príncipe de Anglona al que pertenece este jardín, es una típica residencia nobiliaria que con sus 6.000 metros cuadrados construidos, ocupa la manzana situada entre la calle de Segovia, las costanillas de San Andrés y San Pedro y la calle del Príncipe de Anglona. Se mandó construir hacia el año 1530 por Don Francisco de Vargas, Consejero de los Reyes Católicos y de Carlos I y dueño de los terrenos existentes hasta la plaza de San Andrés.

El edificio fue adquirido por Don Alvaro de Benavides en 1605 y lo mandó reedificar dos años después con apariencia sencilla en su exterior. Más tarde fue habitado por el Conde de Benavente y don Pedro de Alcántara Téllez Girón y Pimentel, marqués de Javalquinto y príncipe de Anglona, siendo por este título principesco por el que se conoce el palacio. Tras permanecer muchos años abandonado, fue rehabilitado en 1987 por unos empresarios, y en la actualidad es un conocido restaurante.

1 comentario:

  1. Toda la vida viviendo en Madrid, y no había descubierto estos jardines hasta hace bien poco, en que tuve un rato para pasear por allí. Me parece un rincón delicioso. Ojalá se rescaten mas sitios de ese estilo, que seguro que Madrid está lleno

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