jueves, 30 de octubre de 2008

Las vacas invaden Madrid

A pesar de que el pasado domingo cientos de ovejas paseaban por las calles de Madrid en la fiesta de la trashumancia, la fiebre ganadera en la capital comenzó unos días atrás. Y es que el pasado día 18, junto al Newton de Dalí, se instaló un establo en el que descansan más de un centenar de vacas.

Tumbadas, pastando o de pie, la función de estas vacas de fibra de vidrio, es la de servir como soporte para que tanto artistas profesionales como aficionados llenen de color su amplia superficie. Los temas los elige el autor, quedando sólo excluidos los que traten sobre discriminación, sexo o política.

Finalizada la fase de pintura, las vacas se distribuirán por los distritos de Retiro, Salamanca y Centro para ser contempladas por el público (a partir del 16 de enero y hasta el 21 de marzo). Posteriormente las vacas seran subastadas y los ingresos obtenidos se destinarán a proyectos benéficos.

Todo esto se engloba en el llamado "CowParade" proyecto creado en Zurich por el director artístico Walter Knapp y su hijo, el escultor Pascal Knapp. En 1998 modelaron unas 800 vacas que distribuyeron por las zonas más comerciales de la ciudad, siendo la iniciativa todo un éxito. Posteriormente el empresario Peter Hanig organizó el evento en Chicago en 1999 y lo convirtió en todo un fenómeno que ya se ha paseado por ciudades de los cinco continentes.

Para financiar el proyecto es necesario la imprescindible ayuda económica, que en este caso se consigue con el patrocinio de distintas empresas. Abonando 12.000 euros las empresas consiguen apadrinar una vaca, y a cambio se benefician de la publicidad y de las distintas actividades relacionadas con el evento.

Entre las entidades colaboradoras en Madrid está la Fundación del Hospital Universitario Infantil del Niño Jesús, lugar en el que se instalará el denominado "Hospital de Vacas". Allí se enviarán todas aquellas vacas que sufran daños durante la exposición, y así además de reparar los daños sufridos, se les ofrecerá a los niños ingresados la posibilidad de colaborar con este taller artístico.

Según los organizadores, desde su creación el "CowParade" ha puesto en las calles de más de cincuenta ciudades unas 5.000 vacas que en total han proporcionado unos 13 millones de euros para obras benéficas en todo el mundo. Así que ya sabéis si queréis ver como las vacas se van preparando y poniendo guapas para su próxima puesta en escena teneís una cita a la que no podéis faltar. Si no podéis acudir tendréis que esperar hasta que salgan a escena, a partir de entonces todos nos haremos un poco hinduistas y acudiremos a adorarlas.

martes, 28 de octubre de 2008

La casa del Ratoncito Pérez

Aunque la tradición poco a poco se va perdiendo, todavía en muchos hogares cuando a un niño se le cae un diente se le dice que lo ponga debajo de la almohada. Así al despertar por la mañana una vez más se habrá obrado el milagro y el diente habrá sido sustituido por un regalo.

El encargado del trueque es el Ratoncito Pérez, personaje creado en 1894 por el Padre Luis Coloma. Todo empieza cuando Coloma recibe de la Reina Doña María Cristina. el encargo de crear un cuento para su hijo Alfonso XIII que acababa de perder un diente. La imaginación del autor nos conduce a una historia protagonizada por el ratoncito Pérez y el rey Bubi I (forma cariñosa con la que la Reina llamaba a su hijo), "gran amigo de los niños pobres y protector decidido de los ratones" .

El personaje descrito como "pequeño ratón con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo y una cartera roja, colocada a la espalda", vivía con su familia dentro de una caja de galletas en el almacén de la confitería Prast, en el ocho de la calle Arenal. Al llegar la noche, el roedor y Bubi I, convertido también en ratón, viajan por las cañerías de la ciudad y descubren que hay niños muy diferentes, que pasan hambre y frío pero que también eran sus hermanos al ser todos criaturas de Dios. Así, Bubi aprenderá valores como el buen gobierno de sus súbditos, la generosidad y la valentía, algo que años después no sabrá poner en práctica cuando durante su reinado le surjan múltiples problemas políticos y sociales. ¡Pero bueno eso es otra historia!.

A pesar de su popularidad el cuento original no se reedita en España desde 1947. La primera edición del libro data de 1902 y su manuscrito se conserva, dedicado por Coloma a Alfonso XIII, en la cámara acorazada de la Biblioteca del Palacio Real. Todo esto habría quedado en historia si no fuera porque el 5 de enero de 2003 el Ayuntamiento instaló una placa conmemorativa en el edificio donde vivía el roedor. En ella se puede leer: "Aquí vivía, en una caja de galletas, Ratón Pérez, según el cuento que el padre Coloma escribió para el niño Rey Alfonso XIII".












En la planta baja del edificio hay una estatua del personaje, realizada a tamaño real por Cruz Pintor, y recientemente se ha inaugurado en la primera planta una casa-museo en honor a este mítico roedor. Todo esto queda empañado al pasar por la parte trasera del edificio, la que da a la calle Tetuán. Allí encontrarás a varias personas que hace tiempo perdieron la ilusión, no sólo de que el ratón les llevara algún regalo, sino de malvivir en una sociedad que ha dejado de creer en los cuentos y en los demás.

domingo, 26 de octubre de 2008

Los pintores de la Plaza Mayor

"¡Vaya por Dios! Ahora se pone a llover". Una gota, luego otra ... Miles de gotas emborronan el dibujo tantas veces repetido de la Plaza Mayor con su famosa estatua ecuestre (que, la verdad, no sabe muy bien de quién es). A Juan le gustaría dibujar otras cosas distintas. Le gustaría dejar que su carboncillo se dejase llevar al vaivén de las caderas de esa muchacha que acaba de pasar contoneándose. O incluso dibujar los trazos grises de aquel anciano que avanza cansinamente apoyado en su bastón. Pero los turistas prefieren la estampa típica y manida, ¡qué se le va a hacer!. A fin de cuentas trabaja por dinero. Aunque eso no quiere decir que de vez en cuando no dibuje lo que le venga en gana, por supuesto. Las horas se hacen muy largas en su rincón del soportal, sobre todo los días de verano. Así que entre sus estampas aburridas siempre cuela alguna “de su cosecha”.

Juan lleva ya varios años en paro y su mujer está enferma. Por suerte no tienen hijos. Juan pinta porque no sabe hacer otra cosa. Bueno, sí sabe pero es lo que mejor se le da y además siempre quiso ser pintor. El caso es que desde que está en paro y le dio por lo de pintar en la Plaza Mayor, ya le han ofrecido trabajar varias veces de camarero en las terrazas cercanas.












Aunque algunas horillas sueltas ha ido echando sirviendo las mesas atestadas de turistas, sinceramente él prefiere venderles un dibujo o una pinturilla a pastel que servirles un café. Por eso y porque el paro aún no le ha cumplido y no es cuestión de perderlo por un contrato bastante pasable con muchas horas y poco sueldo, él siempre prefiere volver a sus pinturas, aunque su mujer no opine lo mismo.

Resulta irónico pero desde que todo se le vino abajo, Juan es más feliz que nunca. Se ha dado cuenta de que lo que él siempre quiso hacer es nada más y nada menos que lo que hace, ni contratos sustanciosos, ni pisos caros, ni vivir holgadamente. Él lo que quiere es sentarse en "su plaza" y ver pasar la vida de Madrid: ver cómo respira Madrid, cómo llora Madrid, cómo ríe Madrid y dibujarlo… Y si para eso de vez en cuando tiene que hacer dibujos de toreros o gitanas para los guiris pues los hace…

Un billete de cien euros ha caído de repente dentro de la caja de zapatos vacía que hace las veces de mostrador. Perdido en sus elucubraciones Juan ni siquiera se ha dado cuenta de que ha dejado de llover y de ese chico alto y rubio que lleva un rato rebuscando en su carpeta. Levanta la cabeza y ve un gesto confundido como queriendo decir "¿me lo vendes por cien euros?". Juan guarda rápidamente el billete en su bolsillo y mira alejarse al turista con su dibujo. Tiene gracia, no es de los típicos...

Esta entrada es un homenaje a todos los pintores y caricaturistas que se ganan la vida a diario en la Plaza Mayor. La historia es de Sara, mi mujer, que al fin, a pesar de sus reticencias, ha accedido a colaborar con alguna de sus historias.

viernes, 24 de octubre de 2008

Trampantojo en Montera

En una de las calles más famosas del centro de Madrid, entre proxenetas, prostitutas y cámaras de seguridad que atentamente nos vigilan, se encuentran otros dos trampantojos de Alberto Pirrongelli, -¡de quién si no!- situados uno enfrente del otro.

En la medianera del número 22 aparece una gran escalinata por la que transitan varias personas. Además, junto a varios edificios, se puede ver lo que queda de la floristería Elvira, casi tapada ya por la presencia de los inevitables tags de los graffiteros. Como marca de la casa, en uno de los balcones aparece asomada una mujer de avanzada edad.

Enfrente, en la medianera del número 26, una carroza avanza desenfrenada bajo un arco, conducida por un chófer con cara de pocos amigos. Según el autor, para este dibujo se inspiró en una antigua estampa de Madrid. De hecho, afinando bastante el ojo se pueden observar al fondo distintos edficios de la capital entre los cuales se encuentra la sede de la Comunidad de Madrid.

Estos dos trampantojos fueron creados por iniciativa de la Empresa Municipal de la Vivienda. Al menos en esta ocasión, y creo que es de las pocas veces que ha ocurrido, la calle Montera se vio favorecida con una iniciativa del Ayuntamiento. Así, cuando pasas por esta calle ya tienes un sitio a donde mirar, y poder así esquivar las miradas lascivas de las trabajadoras del sexo que aquí campan a sus anchas cargadas siempre con su inconfundible cantinela: "¡Hola guapo!".

Entradas anteriores:
Plaza de los Carros
Carrera de San Francisco

miércoles, 22 de octubre de 2008

La fuente de la Alcachofa

Desconozco si en el siglo XVIII se conocía ya la capacidad diurética y depurativa de la alcachofa, pero mucho me temo que en aquellos tiempos esto les traería sin cuidado, ya que tenían cosas más importantes en las que pensar como, por ejemplo, el cómo llenar la barriga día tras día. Por ello resulta curioso encontrar una fuente dedicada a esta planta hortense.


Construida en 1781 por los escultores Alfonso Bergaz y Antonio Primo, la fuente fue realizada sobre un diseño de Ventura Rodríguez, como parte de las obras de ordenación del Paseo del Prado. En ella, sobre un pilón circular, aparecen dos personajes marinos (una nereida y un tritón) sujetando el escudo de armas de Madrid, y encima de ellos varios niños se agrupan bajo la famosa alcachofa (fotos 1, 2 y 3).

Esta fuente gozó de gran popularidad en el siglo XIX ya que al encontrarse junto a la Estación de Atocha, era uno de los primeros monumentos que los viajeros veían al llegar a la capital. Tanto es así, que incluso aparecía en alguna copla popular:

Calle de Atocha, calle de Atocha,
antes que yo te olvide, calle de Atocha,
se secará la fuente de la Alcachofa.


Todo esto acaba cuando en 1880 la fuente es trasladada hasta la plaza de Honduras, en el Retiro. De hecho tendrán que pasar más de cien años hasta que la Alcachofa vuelva a Atocha. Así, en 1987 tras la reforma de la Glorieta y el desmontaje del horrible paso elevado para coches construido allí (el famoso scalextric), se tomó la decisión de decorar el centro de la plaza con una reproducción de la fuente original. En este caso se trata de una fuente de bronce que, a diferencia de la del Retiro, está las 24 horas el día rodeada de coches, atascos y pitidos (fotos 4 y 5).


Cualquier día de estos a algún jeta sin escrúpulos le dará por asociar las propiedades de la alcachofa y el agua de la fuente, y decidirá que beber de ella es el mejor remedio para eliminar grasas, reducir la celulitis y embellecer la piel. Seguro que más de uno pica. Tiempo al tiempo.

lunes, 20 de octubre de 2008

El misterio de Conchita Velasco

En la confluencia de la calle Alfonso XII y el paseo Infanta Isabel, frente al monumento por las víctimas del 11M, una escalera romana conduce a un pórtico con columnas griegas rematadas en un frontón en el que se se lee "Nosce te ipsum" (Conócete a ti mismo). Estamos en la entrada al Museo Nacional de Antropología, fundado por Pedro González de Velasco, e inaugurado el 29 de abril de 1875.

El Dr Velasco además de su afición por los viajes y la ciencia, sentía una pasión insuperable, su hija Conchita. De salud algo quebradiza, a los quince años de edad Conchita contrae unas fiebres tifoideas que le provocan la muerte en poco tiempo. Hundido por la pena y el dolor, el Doctor solicita un permiso para embalsamar a su hija y retener así su cadáver, contando para ello con el apoyo de Teodoro, uno de sus ayudantes, y prometido de Conchita. La leyenda comienza a fraguarse.

A los pocos días las malas lenguas pregonan que al caer la noche, padre y novio sacan a pasear a Conchita por el Paseo del Prado en coche de caballos, e incluso la llevan a la ópera. A la muerte del Dr Velasco, Teodoro traslada el cuerpo de su amada a un sótano de la Facultad de Medicina, en la que ejerce de profesor, para poder seguir junto a ella. Desde entonces se pierde la pista de Conchita.

Hay quien afirma que todo esto fue un hatajo de mentiras urdidas por los enemigos del Doctor para así desacreditarle. Se juntaban por un lado motivos profesionales, ya que algunos colegas que veían con recelo las innovadoras ideas que promulgaba el doctor, y por otro motivos polítcos ya que el doctor tuvo una importante participación en La Gloriosa (la revolución de 1868).

Es posible que nunca se sepa qué ocurrió realmente con Conchita. Tal vez como afirman algunos descanse en el cementerio de San Isidro junto a sus padres, o realmente haya quedado relegada en algún inhóspito almacén de la Universidad Complutense. ¡Quién sabe!, quizás nada de esto sea cierto y Conchita siga disfrutando de sus salidas nocturnas por el Paseo del Prado subida a algunos de los búhos de la EMT que por allí circulan. Si una noche te la encuentras, avisa.

sábado, 18 de octubre de 2008

El Día contra la pobreza

Ayer por la tarde, al salir del trabajo, me topé en plena Puerta del Sol con un concierto. Al acercarme allí a oler que se cocía, descubrí que se trataba de una actuación del grupo valenciano "La Pulquería", que a ritmo de ska celebraban a su manera, junto a los allí congregados, el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.

Al sentirme en fuera de juego, ya que no conocía esa celebración, he buscado algo de información, y así me he enterado que dicho evento se celebra cada 17 de octubre desde 1993. La fecha coincide con el momento en el que la Asamblea General de las Naciones Unidas dictó los pasos a seguir para lograr que los gobiernos y los ciudadanos de a pie adquirieran una mayor conciencia social sobre las necesidad de erradicar la pobreza en el mundo.

Este año el lema era "Rebélate contra la pobreza. Más hechos y menos palabras", y con él de cabecera miles de personas salieron ayer a la calle en más de cincuenta ciudades españolas. El objetivo es lograr que los mandamases mundiales cumplan sus compromisos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio consistentes en reducir a la mitad, para el año 2015, la proporción de personas con ingresos inferiores a un dólar diario.

Los organizadores son la "Alianza contra la pobreza", organización que aglutina a ONG, asociaciones religiosas, ecologistas y sindicatos. Según afirman, los objetivos marcados para 2015 no se alcanzarán ya que para ello harían falta 50.000 millones de dólares anuales y hasta ahora sólo se han logrado la tercera parte. Además, según el Banco Mundial, casi 1.500 millones de personas viven con menos de 1,25 dólares al día y debido a la crisis actual este número desgraciadamente aumentará.

La Alianza afirma que con el 0,3% de lo que va a invertir Europa para salvar a los bancos del batacazo económico actual, se frenarían de forma drástica estas penosas cifras. En España, según datos recientes del INE, el 13% de la población ingresa menos de 6860 euros anuales, valor que marca el umbral de la pobreza moderada. Si particularizamos en Madrid, 900.000 personas no llegan a ese límite, pero ese es un tema que dejo para una futura entrada.

jueves, 16 de octubre de 2008

Poeta en Gran Vía

Si algo me gusta de la zona centro de Madrid es la cantidad de personajes curiosos que puedes encontrarte cada día. Así, si una de estas tardes te da por acercarte a la Gran Vía, párate un momento cuando llegues a la altura del número 29, es posible que allí descubras a un personaje que te va a ofrecer algo distinto a lo que estás acostumbrado a encontrar hoy por las calles de Madrid.

Justo en la entrada de la Casa del Libro, un hombre de unos cincuenta años se sienta casi todos las tardes junto a su carpeta azul de las de toda la vida, unos folios y un cartel. En el cartel no te pide para comer porque tenga alguna enfermedad o porque haya perdido trabajo, simplemente tiene escritas las siguientes palabras: "Te regalo mi poesía por la voluntad".

Hace unos día pasé por allí y la curiosidad pudo conmigo, así que me paré y decidí "comprarle" uno de sus poemas. A cambio de "mi voluntad" el hombre me entregó una hoja con un poema. Desconozco si a todo el mundo le da el mismo poema o no, pero al menos estaba escrito de su puño y letra, no era una fotocopia, algo que se agradece.

Aunque no entiendo demasiado sobre este tema, creo que el poema en cuestión no es nada del otro mundo, pero creo que en este caso eso es lo de menos, ya que lo que cuenta es el detalle. A continuación transcribo el poema que me "regaló" titulado "El sueño" como homenaje hacia él:

Yo, soñé que soñaba.
Dentro de un sueño otro sueño.

Dentro del sueño tú estabas.

Estabas en este sueño tan bella y tan lozana.

¡Tú con tu pelo tu sonrisa!
Tus ojos de misterio que me atraen una locura

¡Cuando sueño contigo!

Me llena de orgullo la vida

Porque eres tu niña y mujer

Esa mujer de verdad.

Que robas mis pensamientos

En mis horas de soledad.

Los días van pasando.

Yo, me sigo enamorando

Mucho más que el primer día

Si mucho más niña mía.

Esperando que llegue el día

Que te sienta sólo mía.

¡ De este sueño !

Yo, no quiero despertar...


lunes, 13 de octubre de 2008

El adiós de los hombres-anuncio

Después de estar unos días de fuera me encuentro con la noticia de que el pasado 9 de octubre el Ayuntamiento aprobó una ordenanza que regula tanto la publicidad lumínica de los negocios, como la publicidad que realizan los repartidores de octavillas o los hombres-anuncio entre otros.

A partir de 2009 todos esos personajes que circulan repartiendo publicidad o portando esos cartelones como si fueran un bocadillo desaparecerán de la capital ya que el Alcalde considera vejatorio y degradante que estas personas actúen como soporte publicitario: "No lo prohibimos sólo por razones estéticas, sino porque el Ayuntamiento no debe promover esas conductas".

La filosofía de esta normativa es que el ejercicio de la actividad publicitaria no altere el paisaje urbano ni genere contaminación lumínica. A pesar de ello, los anunciantes se muestran tranquilos porque aseguran que esta medida ya fue anunciada en 2006, y nunca más se supo de ella. La preocupación es para los trabajadores, la mayoría inmigrantes, que ven como una de sus formas de sustento se acaba.

En lo de eliminar el reparto de octavillas estoy de acuerdo, ya que sigue habiendo mucha gente que sigue tirando el papel publicitario que le entegan en el primer sitio que encuentran, sin esperar a la papelera más cercana. En lo que se refiere a los hombres anuncio es un tema más complicado. Yo creo que el que se dedica a ello no lo hará por vocación, no conozco a nadie que de pequeño diga "papá, cuando sea mayor quiero ser hombre-anuncio". Ellos realizan ese trabajo sin que nadie les obligue, lo hacen porque es una de las pocas formas que tienen de poder llevar dinero a casa de forma honrada.

Aunque suene demagógico, los hay que piensan que lo que realmente es indigno es el no tener trabajo, vivienda, o unos cuantos euros para alimentar a la familia, y realmente creo que esto es así. De hecho, el que afecte o no a su dignidad será cuestión que en todo caso deberán decidir ellos ya que se me ocurren unos cuantos trabajos que tienen bastante más de indigno que éste.

viernes, 10 de octubre de 2008

A la hispanidad

El próximo domingo se celebra en España, como cada 12 de octubre, el llamado Día de la Hispanidad. En él, como todos sabéis, se conmemora a llegada al nuevo continente de un grupo de aventureros capitaneado por Cristóbal Colón. A partir del momento en el que Rodrigo de Triana lanzó su grito «¡Tierra a la vista!» se inició un proceso que marcó definitivamente el devenir de dos mundos hasta entonces completamente opuestos. Con el "Descubrimiento", palabra que nunca me ha acabado de llenar, se produce el lanzamiento definitivo de España como potencia hegemónica mundial.

Desgraciadamente, los que se llevaron la peor parte de este encuentro de civilizaciones fueron los nativos del nuevo continente ya que de repente vieron como nuestra llegada sólo les trajo muerte, esclavitud y opresión. Haciendo uso de todo de nuestro poderío militar acabamos con su cultura, que en algunos casos no tenía nada que envidiar a la nuestra sino todo lo contrario, explotamos todos sus recursos naturales, les llevamos nuevas enfermedades y les inculcamos a la fuerza nuevas creencias religiosas.

Por suerte el paso del tiempo cura las heridas por lo que a día de hoy el sentimiento que hacia nosotros tienen al otro lado del charco no es tan negativo como podría pensarse. Para recordar este día de hermanamiento de pueblos tenía pensado colgar alguna foto de la estatua de Colón o de los Jardines del Descubrimiento, sin embargo me he decidido por un monumento que no es demasiado conocido por la gente en general ya que no se encuentra en uno de los típicos sitios turísticos.

Esta obra se encuentra en la Avenida de los Reyes Católicos, junto al Museo de América y fue realizado en 1970 por Agustín de la Herrán, atendiendo un encargo de la viuda Rafaela Azcúe, que decidió doanrlo a la ciudad de Madrid en recuerdo de su esposo Gregorio Pumarejo. Recibe el nombre de "A la Hispanidad" y su objetivo es simbolizar el encuentro de las dos civilizaciones. En él, según su autor, de un tronco de encina surge un guerrero español montado a caballo que levanta a una mujer india para un abrazo de amor.