Tras la explosión, y aprovechando el desconcierto, el anarquista Morral logra escapar sabiendo ya que los Reyes están ilesos. Con ayuda de otros anarquistas llega a Torrejón de Ardoz desde donde pretende regresar en tren a Barcelona, pero todo se va al traste al ser descubierto en la estación por un guarda que le intenta detener. A sangre fría Morral asesina al guarda, y después, acosado por varios ciudadanos, decide suicidarse de un disparo en el pecho (foto). José Nakens, director del semanario "El Motín" y Juan Ferrer Guardia, fundador de la "Escuela Moderna" son condenados a penas de cárcel por complicidad con el asesino, pero más tarde el político Antonio Maura consguirá que les indulten.
Morral, hijo de unos industriales de Sabadell, es una persona culta, que incluso ha estado en Alemania, enviado por su familia, para ampliar estudios. Allí se empapa del ideario anarquista por lo que al volver a Sabadell choca con las ideas de su familia y se marcha a Barcelona donde frecuenta círculos artísticos e intelectuales y concibe la idea de matar al Rey.
El 20 de mayo se traslada a Madrid y se hospeda en la fonda La Iberia, en el 2 de la calle Arenal. Su plan de atentar en la misma iglesia es desechado al leer un anuncio en el periódico "El Imparcial": "Cedo habitación para estas fiestas con o sin. Mayor 88, 4º dra". Alquila una habitación con balcón a Mayor por 25 pesetas diarias pagando catorce días por adelantado. El balcón da justo a donde tiene que pasar el cortejo, y además desde él tiene una visión de unos trescientos metros de la calle Mayor.
Desde el día 23 duerme en la pensión, y lleva una vida rutinaria: sale a primera hora, acude de oyente a un café de Alcalá donde hay tertulia de escritores entre los que están Baroja y Valle-Inclán, come fuera y regresa a última hora a su habitación. Día a día lleva ramos de flores a la habitación y un paquete de naranjas, que utilizará por las noches para ensayar el lanzamiento mortal.
De aquel día queda para la posteridad la fotografía captada casualmente por el joven Eugenio Mesoneros Romanos. Apostado en un balcón con su recién comprada cámara logró recoger todo el horror del momento justo de la explosión. Su foto, publicada al día siguiente en ABC, le reportó 300 pesetas.
El 88 de Mayor durante muchos años conocido como La casa de la Bomba se corresponde hoy con el número 84. En recuerdo de lo que allí pasó, allí queda sólo un pequeño monumento en memoria de los fallecidos en el que los dueños de Casa Ciriaco colocan cada 31 de mayo un ramo de laurel. En su momento hubo otra escultura mayor, pero con la Segunda República desapareció. Curiosamente durante la Guerra Civil, la calle Mayor fue renombrada como Mateo Morral y la actual calle San Cristóbal, se llamó travesía de Mateo Morral.