La crisis hace tiempo que es nuestra compañera en el día, pese a ello parece que nuestros políticos, nacionales y locales, ha sido ahora cuando se han enterado, o al menos cuando han intentado poner parches al problema. El último tiene que ver con la recogida de basuras en la capital los fines de semana, y sobre esto trata el siguiente artículo, titulado Gallardón al cubo, de Rafael Martínez-Simancas, publicado en El Mundo el pasado sábado.
P.D. Hoy he publicado una nueva entrada en mi otro blog titulada Pase de Muleta. Por allí os espero. Saludos
Para evitar una nueva subida de la tasa de basura, un “basurazo plus”, el alcalde de Madrid ha inventado una fórmula que consiste en no pagar más pero que a cambio se recoja la basura un día menos, eso sí la empresa encargada trabajara una jornada el doble, (lo correspondiente más la carga que se dejó el día anterior). Bien es verdad que si hubiera aplicado ese criterio al inicio del “basurazo” nunca se hubiera producido tal, (desde un principio el Ayuntamiento podía haber negociado mantener la tasa antigua con un día menos de recogida).
La cuestión se puede formular en el lenguaje de Pitágoras: “recorte + realidad – recogidas = Gallardón3, (o lo que es lo mismo, Gallardón al cubo es el resultado de aplicar lo que hay con los recursos que se tienen después de haber gestionado como si la crisis fuera un virus que sólo afecta a los demás). Una fórmula que en caso de nuevos agobios el alcalde podría llevar a otros sectores, por ejemplo al de los jardineros que tiene en rebelión, y que las flores opten por auto-podarse cuando lo estimen oportuno, o agostarse hasta que surjan cactus por generación espontánea. Aplicable a cuántos servicios sociales presta el Ayuntamiento que pueden ser objeto de recortes, (ya se puede hacer a la idea el manager de los Reyes Magos de que este año o aceptan ser un dúo, o tendrán que llegar a Madrid por videoconferencia).
El ciudadano tendrá que recordar el día de la semana “que no toca”, y recordarle a su pareja: “hoy no, cariño” para que entienda que no se debe bajar la bolsa. Lo más recomendable, aunque también lo más inútil, es añadir un cuarto cubo de los residuos, el de la bolsa amarilla, el de la bolsa verde, el de la bolsa blanca… y ahora el de la bolsa de “mañana”. Gallardón a la cuarta potencia, elevado al cuatro, sin duda que un empujón para su ego ya de por sí multiplicado por su ausencia de humildad.
Tampoco es recomendable que se aplauda esta fórmula matemática porque puede llegar a otros escenarios, se pueden dar cursos de bricomanía para que el vecino ocioso cubra los agujeros del asfalto con una mezcla de harina y agua hecha en el horno. O que la gente salga de casa con un candil de tal manera que no haga falta encender el alumbrado público. O que el alcalde cambie su coche eléctrico por el de los Picapiedra y le vamos empujando en las cuestas.
La cuestión se puede formular en el lenguaje de Pitágoras: “recorte + realidad – recogidas = Gallardón3, (o lo que es lo mismo, Gallardón al cubo es el resultado de aplicar lo que hay con los recursos que se tienen después de haber gestionado como si la crisis fuera un virus que sólo afecta a los demás). Una fórmula que en caso de nuevos agobios el alcalde podría llevar a otros sectores, por ejemplo al de los jardineros que tiene en rebelión, y que las flores opten por auto-podarse cuando lo estimen oportuno, o agostarse hasta que surjan cactus por generación espontánea. Aplicable a cuántos servicios sociales presta el Ayuntamiento que pueden ser objeto de recortes, (ya se puede hacer a la idea el manager de los Reyes Magos de que este año o aceptan ser un dúo, o tendrán que llegar a Madrid por videoconferencia).
El ciudadano tendrá que recordar el día de la semana “que no toca”, y recordarle a su pareja: “hoy no, cariño” para que entienda que no se debe bajar la bolsa. Lo más recomendable, aunque también lo más inútil, es añadir un cuarto cubo de los residuos, el de la bolsa amarilla, el de la bolsa verde, el de la bolsa blanca… y ahora el de la bolsa de “mañana”. Gallardón a la cuarta potencia, elevado al cuatro, sin duda que un empujón para su ego ya de por sí multiplicado por su ausencia de humildad.
Tampoco es recomendable que se aplauda esta fórmula matemática porque puede llegar a otros escenarios, se pueden dar cursos de bricomanía para que el vecino ocioso cubra los agujeros del asfalto con una mezcla de harina y agua hecha en el horno. O que la gente salga de casa con un candil de tal manera que no haga falta encender el alumbrado público. O que el alcalde cambie su coche eléctrico por el de los Picapiedra y le vamos empujando en las cuestas.