(La foto está tomada en la Travesía de Bringas, junto a la Plaza Mayor)
No he sido capaz de olvidar aquella imagen de Papa
Noel agonizando en el salón; ni la mirada de mi hermana
observando impasible la escena. Sus ojos ardían y en
esas llamas resplandecía humeante la pistola que aferraba entre sus manos. Su voz cándida todavía martillea
en mi cerebro: «ese gordo existe, pero yo no he pedido
una muñeca». Para no disgustarla, lo enterramos con el
disfraz, el relleno y la barba de algodón; hasta el cura se
reía. Ella, ingenua, espera que los Reyes Magos le traigan
la bicicleta, pero sigue preguntando insistentemente
donde está papá.
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TRemendo y buenísimo!!! Un abrazo
ResponderEliminarHe visto tu post sobre los fotógrafos ambulantes y te envío éste otro. Saludos.
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