jueves, 1 de octubre de 2009

San Plácido: ¿convento o lupanar? (Parte III)

Si te perdiste la parte I pincha aquí
Y si también te perdiste la parte II pincha aquí

"Hoy veintitrés de diciembre

día de Santa Victoria
la hermana sor Margarita
trocó esta vida por otra.

Fue sepultada a las doce
con todas las ceremonias
que el cielo premie sus cuitas
con una paz más dichosa".

Esta tercera historia sobre San Plácido tiene como protagonista a Felipe IV, más conocido por sus múltiples líos de faldas que por sus dotes como gobernante. El monarca tenía como costumbre "pasarse por la piedra" a toda aquella mujer de la que se encaprichara, y debido a su posición lo normal era no encontrar ningún tipo de resistencia.

Uno de sus pocos reveses está relacionado con el convento de San Plácido. Allí acaba de ingresar una nueva novicia, Margarita de la Cruz, cuya deslumbrante belleza destaca, a pesar de lo poco favorecedores que son los hábitos con los que viste. En cuanto el Rey es sabedor de la belleza que atesora la monja decide acudir disfrazado al convento para comprobar la veracidad de los rumores.

La muchacha tras una breve charla con el rey, le insinúa que no está interesada en las proposiciones que éste le realiza. Sin embargo don Felipe le advierte que no va a desistir en su empeño y que esa misma noche será suya. Sabedora de lo difícil que es negarse a los deseos reales, la monja decide poner en conocimiento de la priora todo lo ocurrido. Esta desea contentar a la monja pero ve complicado darle un no al rey por lo que urde una estratagema para que todo pueda tener un final feliz.

Como ya se comentó en la primera parte, el convento había sido fundado por Jerónimo de Villanueva, que lo había edificado contiguo a su casa. En la casa de don Jerónimo se había construido un túnel que la comunicaba con la carbonera de las monjas. Será por este lugar por el que esa misma noche el Rey accede al convento con la idea de consumar relaciones con la monja.

Al llegar a la celda de Margarita el panorama no puede ser más desolador. En ella se encuentran todas las monjas del convento velando y dedicándole sus oraciones a la joven Margarita. Pálida como la muerte yace Margarita, con un crucifijo en sus manos, en un improvisado ataúd que está rodeado de grandes cirios por los cuatro costados.

Don Felipe al ver la escena pone pies en polvorosa y decide regresar a Palacio consternado por lo que acaba de presenciar. Después de meditar largo rato, llega a la conclusión de que la muerte de la monja es un castigo divino por su lascivia, y para compensar en parte el dolor causado decide recompensar a las monjas.

Como muestra de arrepentimiento el rey regaló al convento el famoso Cristo en la Cruz de Velázquez, del cual hoy sólo queda en el convento una copia ya que el original están el Museo del Prado después de que en su momento Godoy se llevara el orginal. Además donó un reloj cuyas campanas recordaban el tañido a muerte. Así, todas las noches, a cada hora, sonaba el toque a muerte, sonido que según la leyenda cesó misteriosamente el mismo día en el que realmente a Doña Margarita le llegó su hora .

Aquí finalizan las leyendas de San Plácido, que a día de hoy es un tranquilo convento en el que quince monjas, de avanzada edad, continúan con sus quehaceres afianzando su encuentro diario con Dios. Conste que todo lo que he contado aquí está hecho desde el máximo respeto ya que o bien es historia (parte I) y está perfectamente documentada, o bien es leyenda (partes II y III) pero tiene muchos visos de verosimilitud. Cada uno que crea lo que quiera. Ahí queda para que cada uno juzgue como crea conveniente.

9 comentarios:

  1. Jo me ha encantado Miguel. ¡Qué listas las monjitas!...Besos de jueves

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  2. Excepcional serie, Miguel. Enhorabuena.

    Carpe Diem

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  3. ¡Excepcional! ¡Lo mejor que te he leido! tal vez no te guste, pero he publicado las tres historias en mi muro del Facebook, si no quieres me lo dices y lo elimino (mi e-mail es: salvadorajimenez@gmail.com).

    ¡Un saludo!

    MIGUEL

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  4. Gracias a los tres por vuestras palabras.

    Debo decir que he recibido bastantes menos comentarios que en otras entradas y la verdad es que estaba algo sorprendido porque pensaba que las historias iban a gustar más.

    Sin embargo con comentarios como los vuestros tengo más que de sobra. Así da gusto currárselo.

    Miguel, siempre y cuando pongas un enlace indicando de donde viene, lo puedes colgar, no hay ningún problema. De hecho no solo estas historias, sino las que tú quieras. Faltaría más.

    Gracias de nuevo a los tres. Un placer tener lectores como vosotros.

    P.D. Esto va no sólo para vosotros tres sino para todos los que por aquí pasáis.

    Llevo desde el lunes con un trancazo bastante grande y me es imposible pasarme por otros blogs para echarles un vistazo y comentarlos.

    De hecho me ha costado hasta colgar las entradas de esta semana. En cuanto me recupere del todo haré los deberes pendientes.

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  5. Me han encantado todas las historias, si no hay más comentarios es porque todavía estamos meditando sobre ellas en profundidad. Espero que te recuperes, a cuidarse!!!

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  6. Miguel,

    No te preocupes por el enlace, lo que he colgado en el muro son las 3 urls de las tres partes, adornados con unas fotos, y un comentario mío nada más.

    Si tienes instalada algun software de seguimiento (webstat, u otros), podrás controlar las visitas que vienen de Facebook.

    ¡Feliz fin de semana!

    MIGUEL

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  7. Qué lista la priora y/o abadesa. Me ha encantado la historia, no la conocía.
    Un saludo. (Nos vemos en las islas, jaajajaj)

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  8. Por cierto, no te preocupes por los comentarios. Suele pasar que cuando uno más se esmera en un post, menos recibe. Ni caso. Quedate con tus comentaristas de siempre, que son los que aprecian un texto. El resto....batiburrillo barato.

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  9. Solo ya te queda un pequeño repaso a los tesoros que guarda, ese retablo mayor con la anunciacion de Claudio Coello, las esculturas de Manule Pereira, el cristo yacente de Gregorio Fernandez, etc...estas haciendo un grna trabajo, Un fuerte abarzo.

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