lunes, 17 de septiembre de 2012

Profesional



Antes de marcharse al trabajo se duchaba, se afeitaba, eliminaba los pelos que le nacían en las orejas, se cortaba las uñas y se las limaba. Era necesaria una pulcritud extrema para rendir al máximo. A continuación se ponía su ropa más elegante, se echaba fijador, se hacía la raya al lado derecho y por último se masajeaba las manos. Al llegar a su puesto se enfundaba un sayo negro que le tapaba hasta los pies, y un capuchón, con dos agujeros a la altura de los ojos, del mismo color. Después tomaba el hacha y comenzaba la faena.


P.D. La foto no es mía, está tomada de la red.

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