miércoles, 26 de diciembre de 2012

Soledad


Primero sus hijos se marcharon de casa para comenzar su vida, después una mañana su gata dejó de maullar, más tarde fue María la que un día no se levantó más y por último llegaron los sesenta y cinco. Se jubiló hace meses, pero todavía sigue con su rutina de levantarse a las siete, ducharse, desayunar y coger el metro. Siempre toma la línea 6, la circular, donde da vueltas continuas hasta la hora de comer; tras la siesta repite línea hasta la cena. No ha perdido la cabeza, solo busca atenuar ese dolor que le impregna la memoria.


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