viernes, 19 de octubre de 2012

Los siete pecados capitales (I)



Os dejo con cuatro de los ocho finalistas de la IV Edición del concurso de Microrrelatos de las bibliotecas públicas del Ayuntamiento de Madrid. El tema era "Los siete pecados capitales"

Enlace al fallo del concurso



AVARICIA
La caja fuerte más segura
Salvador Robles Miras
La avaricia del hombre no estaba reñida con la astucia. Como no confiaba mucho en la seguridad de los bancos, utilizaba los veintitantos libros de su parca biblioteca como sendas cajas fuertes. En el que más dinero guardaba era en la críptica novela "Ulises". A pesar de que sufrió varios robos a lo largo de su vida, jamás al astuto avaro le arrebató nadie ni un solo billete del "Ulises". James Joyce espantaba a todos los merodeadores.

ENVIDIA
20 centímetros
Mª José Fernández Gómez
¿Pero de verdad sabéis lo que son veinte centímetros? Ya sé que muchas mujeres consideran que es el tamaño ideal, y la envidia me llevó a emularlas. Nunca lo había probado, y os puedo asegurar que la experiencia me resultó dolorosa, casi traumática, y a Dios pongo por testigo de que no lo repetiré, que volveré a contentarme con bastante menos, ¡pero si hoy apenas puedo caminar! Os aseguro que me siento completamente dolorida, que cada paso que doy es una tortura insufrible... no, nunca más, jamás volveré a ponerme tacones de veinte centímetros.

LUJURIA
Un día en la consulta
Laura Escriche Andrés
"Mi perro me mira con lujuria", le aseguré al psicoanalista. Él arqueó las cejas y escribió algo en su libreta azul marino. Supe que no me había tomado en serio. Al día siguiente volví a la consulta con el perro en brazos. Él, por su parte, se había preparado un largo discurso sobre la libido, mi hermana y Dios. A los diez minutos de empezar a hablar, sin embargo, tuvo que detenerse. En todo ese tiempo, mi perro no había dejado de mirarle la bragueta; como es natural, empezaba a sentirse incómodo.

PEREZA
Indolencia 
Pablo Solares Villar
Tales eran su pereza y su indolencia que había desgastado el techo de tanto mirarlo y había agotado los términos del diccionario a base de forjar excusas, por ello cuando la escayola se vino abajo sobre su cabeza no encontró palabras para pedir socorro.


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