martes, 20 de septiembre de 2011

En Madrid nadie da los buenos días

Para empezar la semana os dejo con este artículo titulado "Buenos días, pongamos que hablo de Madrid" que casualmente he encontrado en un periódico mexicano llamado Milenio. El artículo está firmado por un tal Alberto Peláez y en él nos da una imagen de Madrid bien distinta a la que siempre pregonamos.


Nací en la Guindalera, uno de los barrios más castizos de la capital española. Me crié en el barrio de Chamartín cuando más allá, no había nada y más acá, el estadio Santiago Bernabeu.

El norte de Madrid, hoy corazón financiero, era un gran paraje por donde pasaban las ovejas trashumantes o donde los niños de los 60´s jugábamos al futbol entre pelotas y piedras. Eso fue hace cuarenta y siete años, cuando ir al aeropuerto resultaba una excursión de un día entero para ver cómo despegaban y aterrizaban los Caravelle de la época.

Han pasado cuarenta y siete años y hoy, Madrid, mi ciudad, se ha convertido en una de las urbes más cosmopolitas del mundo. Es un enorme rastro donde todo se compra y se vende, hasta las almas; donde se visitan las mejores exposiciones, donde se comen con diferentes paladares sobre múltiples cocinas de todo el planeta amalgamadas en una sola ciudad.

Me encanta correr en El Retiro y coger el taxi para que el conductor —que son todos muy chismosos y actuales— me ponga al día.

Me gusta comer en los distintos restaurantes, en unos más que en otros. Disfruto de un Gin Tonic en los antros actuales, antes de las ocho de la noche, antes de volver a casa. Madrid me gusta y me gusta mucho. Incluso su detestable tráfico forma parte del mobiliario castizo.

Pero hay algo que me desagrada enormemente. Tal vez sea lo único. El madrileño es seco, demasiado. A veces roza la mala educación. Si entras en un restaurante pueden pasar horas hasta que te atiendan. Después de batallar para que te den la carta, llega el capitán con cara de estreñido y dice con voz grave:
—Bueno, qué, ¿han decidido ya? No tenemos todo el día.

Y entonces, al ver lo que me cuesta cada platillo, al ver lo que me cuesta la comida, me dan ganas de levantarme. Claro que uno tiene mejor educación.

Pero lo mismo ocurre con los grandes ejecutivos de la capital. De sus celulares echan chispas vendiendo y comprando, haciendo caja después de haber pasado por las más conspicuas universidades del mundo; después de tener postgrados y MBAS en las grandes escuelas de negocios. Son señores rectos y cultos o, eso parece.

Hace poco me invitó un amigo a un gimnasio muy nice de Madrid; de esos que no quieres ni pisar porque quisieras tenerlo así, de adorno como la novena maravilla del mundo. Cuando se abrió la puerta del elevador, me encontré a quince señores encorbatados con sacos azules, callados, sin mirarse entre ellos. Olían a exquisita colonia. Los treinta ojos me miraron como si fueran a hacerme una OPA.
—Buenos días —dije risueño.

Nadie contestó. Ni tan siquiera emitieron un sonido gutural. Parecían quince fantasmas forrados de dinero pero sin pizca de educación. Ocurre lo mismo con los porteros de las fincas, o los quiosqueros o los taxistas o los meseros o los vecinos. Pareciera que costara diez euros decir un buenos días.

Es muy sencillo y uno se va más contento a trabajar después de decirlo y escucharlo. Tan fácil como eso.

Y me molesta mucho a pesar de ser madrileño; sencillamente porque es exclusivo de Madrid. En otras Comunidades Autónomas, serán más o menos simpáticos, más o menos cordiales, pero a uno le dan los buenos días porque educación, con educación se paga.

Yo creo que Carlos III, conocido como el alcalde de Madrid, además de mandar construir La Puerta de Alcalá, debería haber instruido los buenos días como un emblema más. Por eso, porque es una norma de educación.

13 comentarios:

  1. No sé Miguel, yo doy los buenos días y me los suelen devolver.

    La única que no me da lo buenos días, ni las buenas tardes, ni me dice "hola" es mi suegra, que yo siempre se los doy y ella me da una mirada de asco. Por cierto, es de Ávila.

    Tampoco creo que seamos especialmente secos. Sí un poco gilipollas, que pareciera que sólo tenemos tiempo para nosotros.

    ResponderEliminar
  2. Pues yo estoy de acuerdo. A veces tengo un buen día y voy dando los buenos días a todo el mundo y hay quien te mira como preguntandose qué dices y porqué les hablas... pero bueno supongo que sera dependiendo de quién. Yo lo achaco a que es una ciudad grande y cada uno va a lo suyo pero si en otras no pasa... tendre que replantearmelo.

    Besos...

    ResponderEliminar
  3. Pues lo siento, yo no tengo esa imagen de Madrid, no, todas mis visitas me dejan buenos recuerdos.

    ResponderEliminar
  4. ¡Cuánto tiempo sin visitarte Miguel!

    Me ha dejado un poco perpleja el artículo... Los madrileños resultamos un poquito chulos, eso lo sabemos, quizá la forma de hablar, que no tenemos canturreo alguno, somos cortantes a veces en las formas.

    Lo de entrar en un bar y que tarden siglos en atenderte, será en los nuevos, no clásicos madrileños. QUe en esos según entras y el camarero está en el grifo de cerveza y tú en la puerta, ya te están preguntando "¿Qué quería?"... Cosa que cuando sales fuera yo si que he notado, que todo va con más calma, y uno mismo tiene que respirar y pensar que no en todas partes la vida transcurre a mil revoluciones por minuto... (y menos mal jaja)

    En las tascas madrileñas a la vez te ponen el vermut, cobran al de al lado y le ponen unos calamares al de enfrente, me impresiona.

    Y lo de los buenos días, pues es que entre tantos millones de personas... hay de todo, pero no sé, en el el autobus la gente acostumbra a saludar al conductor y él, pobre, a responder, que una saluda una vez, pero él a todos los que montan y le saludan...

    Está bien que a veces nos hagan una llamadita de atención, por mi parte lo tendré en cuenta...

    Saluditos!!! :)

    ResponderEliminar
  5. tienes razón, estamos perdiendo algo. En otras ciudades, como en Londres, si vas a una estación llena de gente, donde es inevitable que te toquen, oirás "sorry" decenas de veces.

    ResponderEliminar
  6. Yo sí que he notado que cada vez es más frecuente eso de no dar los buenos días, aunque de ahí a decir que los madrileños somos así va un buen trecho.

    Gracias a todos por vuestros puntos de vista.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. Pues no sé, pero yo creo que el señor que ha escrito esto no ha viajado mucho porque decir que en Madrid no te dan los buenos días... Me parece un poco exagerado...

    Gente de todo tipo hay en todos lados, pero yo por experiencia propia que he vivido en muchos sitios, puedo decir que en Madrid como en ningun sitio. Ahora lo que sí que es verdad es que cuanto más pija es la persona menos educación tiene... Y lo digo porque trabajo en una zona pija a más no poder y lo veo todos los días.

    Pero repito, pijos gilipollas hay por tó los laos!

    Saludos mamarrachiles!

    ResponderEliminar
  8. Pues a mi nadie me ha negado especialmente el saludo en Madrid.
    Lo mismo que en otras ciudades hay gente maleducada.
    A mi normalmente me suelen devolver el buenos días en Madrid y en otros sitios.

    ResponderEliminar
  9. Pues, teniendo en cuenta los últimos comentarios, parece que hay mayoría que opina que eso de que no se dan los buenos días es una exageración, así que se aplique el cuento el que lo escribió.

    De todas formas creo que, como en todos los sitios, aquí hay de todo.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  10. Hola Miguel te escribo desde México y me llama la atención el tono con el que mencionas al Tal Alberto Pelaez te cuento que el periodista es bastante famoso acá en México como corresponsal de la cadena Televisa su padre, También Español, fue así mismo corresponsal de Televisa en España para muchos mexicanos que siguen la vida desde los noticieros del gigante de los medios mexicano los Pelaez han sido un referente sobre la sociedad española desde este lado del charco.

    En cuanto a la amabilidad de los madrileños, creo que la describe muy bien, son secos y toscos al menos esa fue mi sensación en mi ultima visita a esa bella ciudad, a excepción de el barrio de Chueca, donde todo es amabilidad, tampoco es queja, creo que es una característica de las grandes capitales del mundo, Ciudad de México es igual.


    Saludos desde Guadalajara México

    ResponderEliminar
  11. Hola Fernando Romero creo que en ningún momento he menospreciado al autor del artículo, más que nada porque no le conozco.

    Si lees mi entrada y mis posteriores comentarios cuando me he referido a él he dicho "un tal Alberto Peláez" pero eso no lo considro despreciativo, de hecho es una forma común de hablar de alguien que no se conoce.

    En cuanto a lo de la simpatía o no de los madrileños te digo lo mismo. Yo mismo he comentado que sí he notado que eso de dar los buenos días es algo que se está perdiendo aquí, así que no sé dónde está el problema.

    De todas formas si el tono de la entrada crees que trata de mala manera a este periodista, desde aquí pido disculpas porque no era mi intención.

    Saludos

    ResponderEliminar
  12. Hola! Muy buen artículo. No se en Madrid, pero yo vivo en Buenos Aires y todo el mundo es muy amable. Lo mismo puedo decir de playa del carmen, donde pasé varios años también...

    ResponderEliminar
  13. Cristian supongo que el asunto va por barrios, es decir, depende de a quién le preguntes te dirá una cosa u otra.

    saludos

    ResponderEliminar

DIME QUE PIENSAS