viernes, 18 de septiembre de 2009

Pasas, matrimonios, bulas y faldones

Eso de que "el matrimonio es la principal causa de divorcio" es otra de las geniales frases que nos ha dejado para la posteridad el singular Groucho Marx. Claro que para llegar a esa situación de ruptura o liberación, según se mire, hay que recordar el siguiente dicho popular madrileño "el que no pasa por la calle de la pasa, no se casa".

Si sobre la frase de Groucho hay poco más que comentar, ya que se trata de un hecho irrefutable, sí que lo podemos hacer sobre la segunda. Y es que durante los años en los que sólo si te ponías delante de un cura tu matrimonio tenía validez legal, los madrileños debían pasar, sí o sí, por la calle de la Pasa ya que aquí estaba el arzobispado de Madrid, encargado de tramitar todo lo relacionado con los casorios y las formalidades eclesiásticas.

Junto a esta "calle matrimonial" se encuentra el diminuto Pasadizo del Panecillo. Ambos, calle y pasadizo, toman su nombre de las lismonas que en forma de pasas y panecillos entregaban desde el Palacio Arzobispal a todos los pobres que allí acudían, desde que así lo instituyó el arzobispo Luis de Borbón.

Además de matrimonios y pasas, en su momento también estuvo, en esta calle de la Pasa, la Comisaría General de la Cruzada, encargada de administrar la Bula de la Cruzada "Eos qui in Ispaniam", que consistía en otorgar determinados favores a todos aquellos que contribuían a la cristiana batalla contra los "malditos" infieles.

Esta calle, que rebosa historia por los cuatro costados, va desde Puerta Cerrada a la plaza del Conde de Miranda y contra lo que se pueda pensar es una vía que no destaca por su extensión en el callejero madrileño. Todo lo contrario.

Sirva para haceros una idea de su angostura este genial fragmento de "Los duendes de la camarilla" de Benito Pérez Galdós: "Rosenda la había visto salir una mañana de la Vicaría. Llevaba una falda con volantes, y tan ahuecada, que no cabía por la calle de la Pasa. Una manola que tuvo que meterse en un portal para darle paso, le dijo con desgarro insolente: «Madama, cuando paran los faldones guárdenos usté la cría...»"

8 comentarios:

  1. Decididamente, no hay nada como ser Marxista y Madrileño....

    Buena historia

    Carpe Diem

    ResponderEliminar
  2. ¡me cachis en la mar que no he pasado en mi vida por la calle de la pasa!...Vuelvo de Paris y pasaré...sin duda..jaja Besos

    ResponderEliminar
  3. JAJAAAAA!!! conocía el dicho por una tía mia que murió hace unos meses. Genial la cita de Galdós.

    ¡Feliz fin de semana!

    MIGUEL

    ResponderEliminar
  4. Aparte de por su historia, es una calle preciosa. Así que, quieras o no casrte, hay que pasar por ella.
    Buen finde!

    ResponderEliminar
  5. JE JE pues me cuidaré de pasar por la calle de la pasa, no vaya a ser... ¿Cómo eres capaz de conocer todas estas historias madrileñas?

    dirty saludos¡¡¡¡¡

    Y muchas gracias por molestarte y dejarme el enlace sobre la piscina de Madrid, me aclaraste sin duda mi duda, valga la redundancia... eres un crack¡¡¡¡

    ResponderEliminar
  6. Pues habra que pasar por la calle de la pasa para poder disfrutar de las lindeces que parece tener

    ResponderEliminar
  7. Lo de pasar o no pasar tendrá mucho que ver con las ganas que tengáis de pasar por la vicaría, y cambiar vuestro estado civil.

    Todo es cuestión de gustos.

    Saludos

    ResponderEliminar

DIME QUE PIENSAS