martes, 13 de enero de 2009

La otra cara del invierno

El frío sigue. Días como el del pasado viernes, con Madrid pintado de blanco, a muchos pueden suponernos algún trastorno por los inconvenientes que trae la nieve en un país que no está preparado para su llegada. Todo se reduce a algún retraso a la hora de fichar, quizás alguna caída tonta y poco más. Sin embargo miles de personas afrontan estos días como si fueran uno más, con sus mantas, su cartón de vino y la indiferencia de la mayoría de nosotros.


Hoy no hay mucha gente por la calle. Claro, con este frío. Menos mal que el quiosquero de la esquina me ha dado estos cartones tan buenos. Entre eso y el par de mantas gordas que me dieron el otro día creo que podré aguantar bien. ¡Que sí, cómo no voy a aguantar si yo he estado a 20 bajo cero allá en mi país!... El caso es que hoy tengo frío... Bueno, será normal, ya no soy tan joven y además ya me había acostumbrado a los inviernos suaves de Madrid. Y de repente este año le da por hacer un frío de la hostia.

El caso es que yo debería aguantarlo bien, pero hoy... Será que ya llevo varios días aquí sin moverme de mi cajero. Pero es que no tengo ganas de andar por ahí. Hace mucho frío. Y además he visto a un tío nuevo que no hace más que merodear para levantarme el sitio al primer descuido. Así que no pienso moverme. Menos mal que Mariluz me trajo ayer un par de cartones de vino. Es buena gente esta tía, la pobre. No sé porqué estará en la calle, si parece guapa y educada. Bueno, a veces se le va un poco la olla, creo que no está bien del todo. Vete a saber.

Voy a echar un trago de vino a ver si entro un poco en calor. Lo que daría por una buena botella de vodka, eso si que te hace entrar en calor y no esta mierda de agua sucia que te venden por vino. En fin, es lo que hay... ¡Vaya, si juraría que ha caído un copo de nieve!... No puede ser. Sí, si puede ser. ¡Cómo cae! Yo creía que en España no nevaba... No siento la mandíbula. Los dedos hace días que no los siento del todo... ¡Joder, qué frío!. Como esto siga así me voy a congelar.

Qué perra es la vida, tiene cojones, dar tantos tumbos por el mundo para morir de frío en el país del sol. Mira, socio, te digo una cosa, cómo pasen otra vez los polis y me digan que me vaya al albergue me voy. Hoy si que me voy, y mira que me jode, ¿eh? Que yo siempre he sido un tío duro y además no soporto que nadie me diga lo que tengo que hacer, ni dónde tengo que dormir, ni qué tengo que comer. Pero hoy me duelen tanto los dedos... Podría irme al metro. Pero no, está muy lejos y no tengo ganas de moverme... Además, seguro que está lleno de gente y no quiero hablar con nadie. Hoy no.

Pero ¡qué van a pasar los polis!. ¡Qué va a pasar nadie por aquí ya con lo que está cayendo!... Ya deben ser las 8 porque la vieja de la floristería se acaba de ir. Hoy ni siquiera ha salido a echarles la bronca al par de chicas que se han parado en la puerta a tocar sus putas plantas. Debía tener frío la vieja y pocas ganas de salir a ponerse a gritar como una loca bajo la nevada. En fin. Voy a echar otro trago de vino, que me está entrando sueño a ver si me entona y me duermo y pasa pronto esta noche de perros.

Y pensar que yo he pasado los inviernos a 20 bajo cero... Será que me hago viejo, será que me he acostumbrado al calor de Madrid. A ver si pasan los polis y me dicen que me vaya. Y llaman a una ambulancia y me llevan porque yo ya no puedo moverme. No tengo ganas... Vaya! Vienen dos niñatos con ganas de juerga. Pues bueno, pues si quieren que me den. Creo que hoy ya no siento nada. Voy a echar un trago. Bueno, ya se van, con este frío se irán a su casa los cabrones, claro. Aquí van a estar perdiendo el tiempo con una mierda de mendigo.

Tengo mucho sueño. Voy a echar una cabezada que ya se me está pasando el frío. Ya me encuentro mejor, qué sueño más dulce me está entrando. Hacía tantos años que no dormía tan bien. Sí, ahora lo recuerdo, desde que era un niño y mi madre me cantaba nanas mientras yo me quedaba dormido, acurrucado en mi cama caliente bajo el peso de las mantas suaves y blandas. Y mi madre canta y yo me duermo y me acurruco más bajo mis mantas y al fin siento su beso cálido y dulce en mi frente de niño inocente.

Esta es otra de las historias de Sara, y en este caso va dedicada a todas esas personas que viven y mueren en la calle porque no son gente "sin hogar", son gente sin suerte.

17 comentarios:

  1. Yo lo llamaría "la otra cara de la sociedad del bienestar". En invierno, por el frío, es cuando más nos paramos en estas cosas, pero están ahí todo el año.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. por dios con el frio que hace....Ahi ponía yo a dormir a los financieros y millonarios que han propiciado esta crisis... Maddof y Botín y compañia, jaja

    Bzos

    ResponderEliminar
  3. Una colección de fotos muy humana. Gracias, Ignacio

    ResponderEliminar
  4. Cuando no quieren ir a los albergues por algo será.
    Muy triste la realidad, cualquiera de nosotros no pasaba ni dos noches vivo ahí fuera.

    ResponderEliminar
  5. Las fotos son estremecedoras, creo que no necesitan comentarios.

    besos

    ResponderEliminar
  6. jo que historia tan triste y que vida tan perra

    ResponderEliminar
  7. Si, estos días de tanto frío yo me he estado acordando y sufriendo por los que viven en la calle, incluyendo a los gatitos/perros callejeros y los abandonados, qué penurias....

    ResponderEliminar
  8. Muy buena. Me ha encantado.

    Sí, yo a veces que voy helada de frio por la calle miro a esta gente y pienso...madre mia, ¿de qué porras me quejo yo? Un par de tortas me daría a mí misma.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  9. Terrible!

    Gracias a Dios en Menorca yo no he visto gente durmiendo en la calle.

    ResponderEliminar
  10. Hay poco más que decir, y muco más que hacer. Me he tomado la libertad de enlazarte el post.

    Saludos

    ResponderEliminar
  11. Miserables Pedagógicos

    la miseria no reluce,
    las urracas no la buscan para decorar su nido.
    aunque debería explicar que lo miserable brilla;
    el trasiego egoísta del oro,
    el comercio manchado de sangre de los
    diamantes,
    que simbolizan el otro amor,
    sí, el que mira para otro lado.
    sarcasmos de hipocresía.

    otros miserables tenemos trapos de piel,
    tetrabricks que nos arden en los labios ácidos,
    cartones como abrigo aterido en las aceras
    de nuestra patria aséptica,
    lo perdido de lo más perdido
    de otros miserables que brillan mirando escaparates,
    buscando la mejor oferta para seguir
    escalando puestos en la carrera del consumo.

    grito que los miserables adornamos la acera,
    somos el mal ejemplo.
    lo miras y te sientes más seguro de lo que eres,
    somos miserables pedagógicos,
    aunque todos somos la misma Nada.

    ESCRITO POR...
    JuanR Cuchhi
    Tenerife, Islas Canarias

    ResponderEliminar
  12. Muy bueno el reportaje, aunque sea tan triste y felicidades para Sara que te ha llevado de la mano con su relato

    ResponderEliminar
  13. Se me parte el alma con estas imágenes, ¡qué injusta es la vida!, me avergüenzo de quejarme por las tonterías que a veces me quejo, son imágenes de una tristeza y una desolación infinitas.
    Un abrazo cálido.

    ResponderEliminar
  14. Estupendo reportaje. Cruel como la realidad que está ahí.

    ResponderEliminar
  15. Magnífica esta entrada. La verdad es que aquí está fallando algo, para que este problema lleve tanto tiempo sin soluciones. Dicen las autoridades que hay que respetar la libertad de los sin techo. ¿No será una excusa para no ocuparse de ellos? En nombre de la libertad se engaña tanto...Señor Alcalde, le concedo libertad para cear centros de acogida y albergues de baja exigencia en todos los barrios, y también le doy libertad para que con lo que cuesta un solo kilómetro de túnel, lleve a cabo esta tarea.

    ResponderEliminar
  16. si es cierto yo estuve en madrid hace poco y es asi en algunas partes

    ResponderEliminar

DIME QUE PIENSAS