Cuando la pobreza peina canas

Puedes encontrarla en la calle Tetuán a la altura del pasaje comercial que comunica esta calle con Arenal. Ya peina canas, y aunque la vida en la calle desgasta mucho, yo diría que realmente su edad está cercana a la de la jubilación. Junto a ella siempre se encuentran sus propiedades, tan parcas que caben en dos bolsas medianas de plástico. Su hogar se reduce a los dos metros cuadrados del soportal en el que come, duerme y deja correr lentamente su vida.

El sitio que ha elegido para acabar sus días está a apenas cinco metros de la casa del Ratoncito Pérez y del Corte Inglés. Es curioso que en tan poca distancia puedan juntarse por un lado la ilusión, la alegría y los sueños que representan los niños; por otro lado la opulencia, el derroche y el consumo reflejado en los grandes almacenes, y por último la decepción, el abandono y la derrota que se vive en ese soportal. Ironías de la vida.

Es triste pararte a pensar que cuando a sus años debería estar cubierta de los besos y abrazos que le pudieran dar sus nietos, lo único que le da algo de calor y le acompaña en las noches frías de Madrid son esos cartones que día y noche la rodean por los cuatro costados.