Entre la primera y la última foto de esta entrada hay una diferencia de muy pocos meses. Si nos fijamos, vemos que aun siendo el mismo local, se trata de negocios completamente distintos. Ambas fotos se sitúan en el 19 de la calle Postas, donde hasta hace muy pocos días se encontraba la droguería y perfumería Martínez Orúe. Fundada en 1888, la droguería fue pasando de generación en generación, y actualmente estaba regentada por el nieto del fundador.
Aquí llegaban personas de todos los rincones, buscando desde un simple bote de pintura hasta los potingues más raros que se pueda uno imaginar, desde esperma de ballena, hasta cochinilla o ámbar del Báltico. El negocio conservaba gran parte del mobiliario original, todo de madera, destacando sobre todo el mostrador, las estanterías, así como los cajones adornados con sus correspondientes placas de porcelana que indicaban el producto almacenado. Los dependientes te atendían con sus batas azules dando todo el conjunto un aspecto bastante parecido al que se podía apreciar en una de las fotos antiguas que exhibían en su escaparate.
Desgraciadamente todo esto tocó a su fin. Cuando hace unos días pasé por allí con idea de hacer alguna fotografía del interior me llevé una desagradable sorpresa, ya que sus ceras, colorantes, aceites, habían sido sustituidos por esas incombustibles figuras de sevillanas, camisetas con el toro, llaveros y artículos similares, destinados a ser comprados por los guiris para ser arrinconados en el lugar más recóndito de sus casas.
Desconozco cuál ha sido el motivo del cierre, no sé si habrá influido la crisis económica, la cada vez mayor competencia que se encuentra el pequeño comercio, o simplemente los futuros sucesores no estaban dispuestos a continuar tirando hacia delante. Lo único claro es que cuando uno de estos negocios cierra sus puertas, con él se está perdiendo parte de la historia y de la vida de una ciudad. Si un negocio muere, la ciudad también muere un poco. Esperemos que no cunda el ejemplo.
Aquí llegaban personas de todos los rincones, buscando desde un simple bote de pintura hasta los potingues más raros que se pueda uno imaginar, desde esperma de ballena, hasta cochinilla o ámbar del Báltico. El negocio conservaba gran parte del mobiliario original, todo de madera, destacando sobre todo el mostrador, las estanterías, así como los cajones adornados con sus correspondientes placas de porcelana que indicaban el producto almacenado. Los dependientes te atendían con sus batas azules dando todo el conjunto un aspecto bastante parecido al que se podía apreciar en una de las fotos antiguas que exhibían en su escaparate.
Desgraciadamente todo esto tocó a su fin. Cuando hace unos días pasé por allí con idea de hacer alguna fotografía del interior me llevé una desagradable sorpresa, ya que sus ceras, colorantes, aceites, habían sido sustituidos por esas incombustibles figuras de sevillanas, camisetas con el toro, llaveros y artículos similares, destinados a ser comprados por los guiris para ser arrinconados en el lugar más recóndito de sus casas.
Desconozco cuál ha sido el motivo del cierre, no sé si habrá influido la crisis económica, la cada vez mayor competencia que se encuentra el pequeño comercio, o simplemente los futuros sucesores no estaban dispuestos a continuar tirando hacia delante. Lo único claro es que cuando uno de estos negocios cierra sus puertas, con él se está perdiendo parte de la historia y de la vida de una ciudad. Si un negocio muere, la ciudad también muere un poco. Esperemos que no cunda el ejemplo.
Por lo que deduzco que a la fotografía primera la tienes de suerte, porque ignorabas el cambio que se iba a producir.
ResponderEliminarQué horror!! De solo mirar se me ponen los pelos de punta. Por suerte han conservado la fachada íntegra.
Besos
Jolín, que feo no? me produce mucha tristeza que los negocios de antaño se conviertan en saca perras de un día para otro...
ResponderEliminarCosas del avance, me imagino :)
Besicos
Pues sí, aún han conservado la fachada, en Barcelona estamos viviendo un horrible proceso guirilandesco, por decirlo de algún modo, se pierden interiores, escaparates... Y nadie dice nada, o poca cosa.
ResponderEliminarPues sí es una lástima...sobre todo que nadie piense ayudar a estos comercios. Al menos conservan la fachada, esperemos que por mucho tiempo. Esto me recuerda a lo que está pasando copn los cines...una pema
ResponderEliminarSi cuando un negocio muere, muere un poco la ciudad, ¿los nuevos que se abren la reviven) ;D
ResponderEliminarPues si que ha perdido encanto si..menudo rollo.
ResponderEliminarsalu2
Testimonio fotográfico algo triste. Por lo menos conserva en la foto el nombre de la familia fundadora.
ResponderEliminarSaludos, cronista.
Estupendo testimonio gráfico y muy buena crónica escrita de la historia del Madrid que desaparece...La vieja calle Postas sin uno de sus comercios gremiales de droguería. No se si seguirá alguno todavia de los que poblaron la calle tiempos ha.
ResponderEliminarSaludos
Pues que lástima.
ResponderEliminarHan conservado la fachada pero ya han puesto unas pegatinas encima del letrero.
Ya veremos que ocurre en un futuro.
Saludos
este tipo de tiendas se deber adaptar a los tiempos modernos o están abocadas al fracaso. Un abrazo.
ResponderEliminarEs una cacho de putada que se pierdan ciertas tiendas... el otro dia en mi barrio entre en la panaderia en la que he estado casi 30 años comprando, y ahora es una tienda de alimentacion de chinos... me senti fatal.
ResponderEliminarEste tipo de cosas no se debería consentir. ¿Por qué estos locales no tienen una protección como patrimonio o algo así? A mí me da mucha tristeza ver estas cosas, y por el centro de Madrid cada vez abundan más. No sé en qué porras están pensando nuestros dirigentes.
ResponderEliminarAl final morirán todos estos locales.
Una pena.
me pasaré a comprarme una bailaora para ponerla encima de la televisión, veremos como lo hago, que ahora son de plasma, compraré una bailaora equilibrista. El torito con las banderillas lo puedo poner al lado del teléfono, joder, tendré que compar uno que se cuelgue del movil que ya no tengo fijo...
ResponderEliminarMe da una pena tremenda ver como nuestro comercio más tradicional se va perdiendo entre chinos que abren hasta altas horas de la madrugada y centros comerciales en los que se reune todo...
ResponderEliminarDebía ser una de las poquísimas droguerias que quedan en Madrid.
Ni el centro de la ciudad se libra...
Una pena.
Saludos.
NOOOOOOOOO...
ResponderEliminarNO PUEDE SER.
Hace no mucho tiempo pasé por allí y vi que mi querida tienda "Postas" hechaba el cierre. Pero nunca pude imaginar harían esto con ella...
La de tardes enteras que me he pasado allí, con el númerito en la mano, para comprar mis pringues y pinturas...
Bueno, aun nos queda "Riesgo" en la calle Desengaño...
Snif
Me gustan estas tiendas con ese aire rancio, lástima que tengan los días contados, es una pena verlas llenas de todas esas baratijas destinadas a terminar en el cubo de la basura.
ResponderEliminarSi yo fuera presidenta del gobierno, las compraría y crearía puestos de trabajo, aunque no se vendiese ni un trozo de jabón, pero prohibiría (no me gusta la palabra, pero aquí sí) que se cambiase absolutamente nada en ellas.
Al menos quedarán inmortalizadas en estas valiosas fotografías.
Un beso, Miguel.
Por cierto, me he visto negra para averiguar dónde meterme a comentar.
Aclaración.
ResponderEliminarSalgo del post, entro otra vez, y veo el sitio de los comentarios donde siempre, antes me he metido a través del título, tanto de este como el de los graffitis, no sé si serán los duendes o mi trasto de ordenador.
Besos.
Jope, menudo bajón que te llevarías. La verdad es que es una pena, estaba mucho mejor como la droguería, al menos con más solera.
ResponderEliminarBss.
Si que hay diferencia de uno a otro... antes era mil veces más interesante...
ResponderEliminarUn abrazo
Se me abren las carnes cada vez que perdemos uno de estos comercios con solera. Y en este aún se ha conservado la apariencia exterior, pero hay veces que paso por delante de una tienda de las de toda la vida y ¡zas! una hamburguesería o un locutorio. Y si no consigo recordar qué había antes ¡me da una rabia!
ResponderEliminar¿has visto la pastelería Niza, en Argensola esquina a Orellana? Pues corre a hacerle fotos antes de que desaparezca, porque es una antigualla maravillosa.
k pena yo iba a comprar alli todos los quimicos pa hacer petardos y el otro dia fui y ya no estaba , pero ya habian dico q iban a cerrar
ResponderEliminarMenos mal que aún nos queda Riesgo en Desengaño 22!!
ResponderEliminarPero que ha pasado? no hace mucho la he visto en un programa de TV en su estado original, no me puedo creer lo que veo.
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