La siguiente historia nos permite hacernos una idea sobre la forma de actuar de Luis Candelas., y así completar la entrada anterior. Hoy, estamos acostumbrados a los robos por alunizaje, a base de mazazos o por el método del butrón, pero nuestro personaje prefería hacerlo de una forma más fina, y sin usar en ningún momento la violencia. Así, uno de sus golpes más sonados fue el perpetrado en una tienda de artículos religiosos, situada en la calle Postas, y famosa por aquel entonces por ser la principal proveedora de tejidos con bordados de oro.
Una mañana llegaron a la tienda, montados en una carroza engalanada convenientemente, un obispo junto a su secretario personal y un ayudante. Bajo el disfraz de secretario se encontraba Luis Candelas y bajo el del ayudante uno de sus compinches. Al parar junto a la tienda el comerciante, frotándose las manos, salió a recibirles y les llenó de agasajos.
Los recién llegados esgrimieron que habían realizado un pesado viaje y por ello el obispo llegaba muy fatigado. Sin tardar un segundo el comerciante les sacó una jarra de agua e hizo sentarse al obispo en uno de sus sillones. A los poco minutos su Ilustrísima dormía placidamente.
La voz cantante la tomó entonces el secretario, que empezó a solicitar distinos paños de terciopelo, encajes de oro, y todo tipo de adornos religiosos de elevado valor. El comerciante, presto y dispuesto, les iba entregando todo lo solicitado, a la vez que echaba mentalmente cuentas sobre el dinero que iba a ganar.
El ayudante del secretario fue cargando todo en la carroza hasta que ésta estuvo repleta. Aún faltaban artículos por comprar por lo que se decidió que secretario y ayudante llevaran el material ya cargado hasta su alojamiento para después rematar la compra. Mientras tanto el obispo continuaría con su cabezadita. Pasaron quince minutos, treinta, una hora, y allí no volvía nadie. Lógicamente el comerciante se dio cuenta de que algo no cuadraba, y empezó a sospechar que su negocio le había salido rana.
El comerciante despertó al obispo y le preguntó qué ocurría, a lo que éste le respondió que él no sabía nada de nada. Sólo podía decirle que el día anterior le habían abordado unos tipos y le habían pagado unas monedas para que se disfrazara y les acompañara. El lo único que debía era no abrir el pico, nada más. Cuando las fuerzas del orden llegaron a la tienda comprobaron con pesar que el "obispo" decía la verdad, él sólo era uno de los "tontos" del barrio.
Una mañana llegaron a la tienda, montados en una carroza engalanada convenientemente, un obispo junto a su secretario personal y un ayudante. Bajo el disfraz de secretario se encontraba Luis Candelas y bajo el del ayudante uno de sus compinches. Al parar junto a la tienda el comerciante, frotándose las manos, salió a recibirles y les llenó de agasajos.
Los recién llegados esgrimieron que habían realizado un pesado viaje y por ello el obispo llegaba muy fatigado. Sin tardar un segundo el comerciante les sacó una jarra de agua e hizo sentarse al obispo en uno de sus sillones. A los poco minutos su Ilustrísima dormía placidamente.
La voz cantante la tomó entonces el secretario, que empezó a solicitar distinos paños de terciopelo, encajes de oro, y todo tipo de adornos religiosos de elevado valor. El comerciante, presto y dispuesto, les iba entregando todo lo solicitado, a la vez que echaba mentalmente cuentas sobre el dinero que iba a ganar.
El ayudante del secretario fue cargando todo en la carroza hasta que ésta estuvo repleta. Aún faltaban artículos por comprar por lo que se decidió que secretario y ayudante llevaran el material ya cargado hasta su alojamiento para después rematar la compra. Mientras tanto el obispo continuaría con su cabezadita. Pasaron quince minutos, treinta, una hora, y allí no volvía nadie. Lógicamente el comerciante se dio cuenta de que algo no cuadraba, y empezó a sospechar que su negocio le había salido rana.
El comerciante despertó al obispo y le preguntó qué ocurría, a lo que éste le respondió que él no sabía nada de nada. Sólo podía decirle que el día anterior le habían abordado unos tipos y le habían pagado unas monedas para que se disfrazara y les acompañara. El lo único que debía era no abrir el pico, nada más. Cuando las fuerzas del orden llegaron a la tienda comprobaron con pesar que el "obispo" decía la verdad, él sólo era uno de los "tontos" del barrio.
¡Qué bueno! Era listillo el Luis Candelas...Me ha encantado. besos
ResponderEliminarme encantan las historias de LC, ingenioso como el sol.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarMe encantan las historias sobre Madrid, tiene tantas y tan buenas...
Me apunto este blog que tan buen rato me ha hecho pasar. Volveré por aquí.
¡Saludos!
Muy ingenioso¡¡
ResponderEliminarEl objeto que más me gusta de las tiendas de artículos religiosos son las figuritas de las llamadas Ánimas del purgatorio. Son unos bustos con brazos levantados acompañados de llamas que es van quemando.
ResponderEliminar¡Gracias por compatirlo!
ResponderEliminar¡Qué cabronazo! ¡¡JAAAJAAA!!
¡Qué buen rato he pasado leyéndote!
MIGUEL
Buena histoira, buen refresco de la memoria, entre pillos andan la paginas de esta tierra nuestra. Un abarzo.
ResponderEliminarIngenioso Luis Candelas, y bonita historia con moraleja.
ResponderEliminarmuy bueno..
ResponderEliminarayy la picaresca española
un abrazo
me encanta jajajaja
ResponderEliminarjejeje me cae bien este tipo, qué cachondo... Ahora a los pobres que timaba se les tenía que quedar buena cara de tontos ;P
ResponderEliminardirty saludos¡¡¡¡
Como veo que ha gustado la historia, es posible que me anime y cualquier día de éstos cuelgue otra de sus batallitas.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por vuestros comentarios
Por cierto Alvaro, bienvenido. Espero verte por aquí otras veces.
ResponderEliminarSaludos
Jajaja que bueno. Digno del guión de una película de Berlanga.
ResponderEliminarCarpe Diem
Cosechadel66 eso es lo primero que pensé cuando me encontré con la historieta. Y las demás te aseguro que son del estilo, no tienen desperdicio.
ResponderEliminarSaludos
Voy con retraso en tu blog pero he leído estas dos últimas entradas de Luis Candelas y no puedo evitar comentar primero agradeciendote que las traigas y sobretodo por conocer a este personaje que para mí no era más que un nombre de esos que todo el mundo conoce y que tú intentas disimular fingiendo que tambien sabes quién es jee, ahora si que sé quien es ese Luis Candelas!! :D
ResponderEliminarBesos
Creo que hay otra version, para disfrutar
ResponderEliminarhttp://es.wikisource.org/wiki/El_obispo_Chiche%C3%B1%C3%B3