Abril-1945: la hambruna no hace distinciones.
El mercancías viaja atestado de críos que buscan por los pueblos algo con lo que engañar al hambre. Atiborrados de necesidad saltan antes de que el tren pare, pero uno de ellos falla y pierde sus piernas en la vía. Lleva una almendra en el bolsillo y la muerte escrita en su cara. Una mujer le acoge mientras aguardan al médico del pueblo vecino. Minutos después ya nada importa. Un sermón, tierra y un agujero acaban con sus trece años. Ni tan siquiera sabían su nombre.
Marzo-2009: una vez más el almendro floreció.
El mercancías viaja atestado de críos que buscan por los pueblos algo con lo que engañar al hambre. Atiborrados de necesidad saltan antes de que el tren pare, pero uno de ellos falla y pierde sus piernas en la vía. Lleva una almendra en el bolsillo y la muerte escrita en su cara. Una mujer le acoge mientras aguardan al médico del pueblo vecino. Minutos después ya nada importa. Un sermón, tierra y un agujero acaban con sus trece años. Ni tan siquiera sabían su nombre.
Marzo-2009: una vez más el almendro floreció.
¡Qué triste la historia pero que bello el almendro! Besos y feliz lunes
ResponderEliminarLa vida sigue con fuerza, y nada puede pararla.
ResponderEliminarCarpe Diem
Hubiera preferido que el niño viviera y no el almedro, pero es un bonito recuerdo.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
MIGUEL
Es una triste historia, y es cierto que sería mejor que hubiera vivido el almendro, lo que pasa es que esta es una historia real, y ante eso no se puede hacer nada.
ResponderEliminarEsta historia me la ha contado mi padre en varias ocasiones ya que él la vivió. Por suerte él no era uno de los niños del tren, sino uno de los niños que vivían en ese pueblo.
Real como la vida misma.
Por cierto, con este microrrelato comienzo una nueva sección "En 99 palabras" en la que iré colgando relatos que se caracterizan precisamente por eso, por estar contados en 99 palabras.
Saludos, y gracias por vuestros comentarios
jo que bonito, no sabia la historia esta pero las vistas las conozco al dedillo y la foto es preciosa, por cierto no sabia nada de este blog , y es muy bonito,
EliminarHola m. cruz fue durante la posguerra cuando de los trenes que paraban en la estación se bajaban un montón de chavales que subían al pueblo a pedir limosna.
EliminarGracias por lo del blog. Lleva más de cuatro años funcionando aunque durante los dos últimos años lo he dejado un poco de lado porque no tengo el tiempo suficiente para dedicarme a él. Además justo entonces empecé el otro blog (http://en99palabras.blogspot.com) y le dedico más tiempo al de los microrrelatos que a éste.
Me ha gustado verte por aquí.
Saludos
Mis almendros ya tiene flores.
ResponderEliminarEste año intentare ir a ver el florecimiento del Jerte, todos los años me lo digo y al final siempre em pasa.
ResponderEliminarUn abarzo.
Qué triste historia, y que bello almendro.
ResponderEliminarBesos.
Me gustó mucho la historia.
ResponderEliminarLa verdad es que a mí es una historia que nunca me canso de escuchar.
ResponderEliminarSe la he oído muchas veces a mi padre y me sigue poniendo los pelos de punta. Lógicamente aquí está algo resumido para que la entrada fuera fiel a su etiqueta.
Saludos