Aprovechando que estamos en Carnaval os dejo con una historia acaecida en el año 1853. Casualidades de la vida, Danimetrero la ha publicado en su blog este lunes así que aunque para algunos ya esté repetida aquí queda.
Martes de carnaval. Un diplomático alemán acude a un baile de máscaras al Teatro Real. Tras pasar un tiempo en compañía de unos y otros, decide retirarse en solitario a uno de los palcos para observar desde allí la fiesta. De repente una esbelta mujer, vestida completamente de negro, aparece en el palco portando una bella rosa blanca en su mano derecha.
Sin matener ningún tipo de converasación previa la mujer extiende su mano hacia el diplomático y le dice: "Sígueme". A pesar de que la frialdad de su mano hizo estremecer al diplomático, éste deseoso de ver en qué acababa tan extraña aventura decide acompañarla. Al llegar a la zona de baile la mujer se dirige de nuevo al diplomático y le pregunta "¿Te atreves a acompañarme?". La respuesta es afirmativa por lo que salen a la calle
- ¿Tienes coche? pregunta el diplomático.
- Mañana tendré el más lujoso de Madrid, pero esta noche voy a pie.
- Hace frío para estar andando por ahí.
- Para mí no, ¡yo estoy más fría que la noche!
Pese a insistir el diplomático en que le dijera dónde iban sólo obtuvo la callada por respuesta. Después de andar unos minutos llegan a la calle Alcalá, y a la altura de la Iglesia de San José se detienen.
- Ya hemos llegado. Es aquí.
- ¡Qué broma es ésta! No iras a entrar a la iglesia a estas horas y con ese traje.
- Es sólo un momento, no te detendré mucho más.
Por una de las puertas laterales la pareja entra en el templo, sorprendentemente abierto a pesar de lo tarde que ya era. Una oscuridad estremecedora domina la entrada a la iglesia, pero tras avanzar unos pasos descubren cómo en la nave central hay un ataúd débilmente iluminado, cubierto con paños negros. Antes de llegar a él la mujer señala el ataúd y dice:
- No se lo digas a nadie, pero me pusieron ahí esta mañana. Adiós.
La enmasacarada desaparece dejando en suelo la rosa blanca y un trozo de tul negro de su disfraz. El diplomático sin saber quée pensar sobre lo sucedido, decide abandonar la iglesia. Durante largo tiempo camina sin rumbo fijo intentando comprender qué es lo que realmente ha sucedido. Al amanecer decide coger un coche y emprender camino a casa. Al pasar el carruaje por la puerta de la iglesia hace detenerse al cochero, entra de nuevo al templo y comprueba cómo el ataúd sigue allí.
Le pregunta a un monaguillo quién está en él y éste le contesta que es una condesa que ha muerto el domingo anterior. Al asomarse comprueba que allí descansa una bella joven vestida con un traje negro acompañada de un ramo de rosas blancas idénticas a la rosa que la desconocida portaba la noche anterior.
Sin matener ningún tipo de converasación previa la mujer extiende su mano hacia el diplomático y le dice: "Sígueme". A pesar de que la frialdad de su mano hizo estremecer al diplomático, éste deseoso de ver en qué acababa tan extraña aventura decide acompañarla. Al llegar a la zona de baile la mujer se dirige de nuevo al diplomático y le pregunta "¿Te atreves a acompañarme?". La respuesta es afirmativa por lo que salen a la calle
- ¿Tienes coche? pregunta el diplomático.
- Mañana tendré el más lujoso de Madrid, pero esta noche voy a pie.
- Hace frío para estar andando por ahí.
- Para mí no, ¡yo estoy más fría que la noche!
Pese a insistir el diplomático en que le dijera dónde iban sólo obtuvo la callada por respuesta. Después de andar unos minutos llegan a la calle Alcalá, y a la altura de la Iglesia de San José se detienen.
- Ya hemos llegado. Es aquí.
- ¡Qué broma es ésta! No iras a entrar a la iglesia a estas horas y con ese traje.
- Es sólo un momento, no te detendré mucho más.
Por una de las puertas laterales la pareja entra en el templo, sorprendentemente abierto a pesar de lo tarde que ya era. Una oscuridad estremecedora domina la entrada a la iglesia, pero tras avanzar unos pasos descubren cómo en la nave central hay un ataúd débilmente iluminado, cubierto con paños negros. Antes de llegar a él la mujer señala el ataúd y dice:
- No se lo digas a nadie, pero me pusieron ahí esta mañana. Adiós.
La enmasacarada desaparece dejando en suelo la rosa blanca y un trozo de tul negro de su disfraz. El diplomático sin saber quée pensar sobre lo sucedido, decide abandonar la iglesia. Durante largo tiempo camina sin rumbo fijo intentando comprender qué es lo que realmente ha sucedido. Al amanecer decide coger un coche y emprender camino a casa. Al pasar el carruaje por la puerta de la iglesia hace detenerse al cochero, entra de nuevo al templo y comprueba cómo el ataúd sigue allí.
Le pregunta a un monaguillo quién está en él y éste le contesta que es una condesa que ha muerto el domingo anterior. Al asomarse comprueba que allí descansa una bella joven vestida con un traje negro acompañada de un ramo de rosas blancas idénticas a la rosa que la desconocida portaba la noche anterior.
Es una bella historia...me ha gustado volver a leerla. Besos
ResponderEliminaruno no se cansa de las buenas historias, lo curioso es la coincidencia de ambos no? será el fantasma de la mujer otra vez=
ResponderEliminarme encantan las leyendas madrileñas
ResponderEliminarun abrazo
Y qué sentido tiene que el fantasma le llevara hasta su ataud???
ResponderEliminarEs que no lo he entendido, .....
La verdad es que Madrid, supongo que en las demás ciudades pasará lo mismo, tiene multitud de leyendas. Seguramente la mayoría son sólo eso leyendas, pero creo que está bien recordarlas.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de la coincidencia seguramente tendrá que ver con que estesmo en Carnaval y la historia se desarrolla en esa fiesta, o simplemente ha sido la mujer enmascarada la que nos ha dirigido hasta la coincidencia.
Bélok desconozco por qué hace que el diplomático vaya con ella hasta el ataúd. Desde luego ella cuando llega allí se queda.
¿Le daría miedo ir sola a esas horas de la noche? Vete tú a saber lo que se le pasó por la cabeza.Parece ser que la historia fue publicada en un libro en el año 1854 por el diplomático alemán, aunque desconozco si ese diplomático le daba a algún tipo de sustancia o no.
Saludos.
Gracias a todos por vuestros comentarios
Bellisisma historia con todos los ingredientes adecuados, tiempo,atmosfera, sucesos y como no fantasmas...bellisma hsitoria que se repite en cientos de ciudades y en otros tiempos. Un fuerte abarzo.
ResponderEliminarUna ciudad por cuyos suelos han pisado los escritores más geniales de la historia no merece otra cosa que las mejores leyendas.
ResponderEliminarCarpe Diem
La verdad es que me ha gustado mucho tambien tu versión de la leyenda. Me pregunto si será solo una leyenda.
ResponderEliminarUna carnavalesca y tétrica historia, pero interesante, al principio pensé que era la muerte que se llevaba al diplomático, que mente más maquiavélica tengo.
ResponderEliminarComo siempre, un placer ver tus fotos.
Besos, Miguel.