La conjura del fraile, la monja y el pastelero

A muy temprana edad sube al trono de Portugal, don Sebastián, quien rápidamente muestra exagerados delirios de grandeza. En uno de sus arrebatos decide conquistar Marruecos, a pesar de que sus consejeros le advierten de lo suicida de su acción. Así en 1578 el ejército portuguiés sufre una humillante derrota en Alcazarquivir, en la Batalla de los Tres Reyes, que acaba con la vida de don Sebastián, aunque nunca se halló su cadáver.

Portugal se queda sin Rey y Felipe II, tío del desaparecido, se alza con el trono tras una serie de astutas maniobras. La oposición popular a su llegada es grande, y más cuando se corre el rumor de que don Sebastián está vivo. Este ha desaparecido porque por una promesa a Dios, que le ha salvado el pellejo, ha renegado de sus privilegios y vive en el anonimato.

La picaresca se dispara y varias personas intentan suplantarle, pero sólo Gabriel de Espinosa entra en la leyenda. Gabriel, pastelero de profesión, llega en 1594 a Madrigal de las Altas Torres (Avila) y enseguida se deja notar: es pelirrojo, domina varios idiomas y monta perfectamente a caballo. Fray Miguel de los Santos, monje portugués que ha sido confesor de la corte portuguesa, al ver el gran parecido entre Gabriel y don Sebastián organiza una trama en la que intenta que el pastelero se haga pasar por el desaparecido.

En su intento cuenta con el apoyo del algunos nobles lusos, así como de Francia e Inglaterra, interesadas en que España pierda la corona portuguesa. Además, Fray Miguel consigue que doña Ana de Austria, hija de Juan de Austria el hermanastro de Felipe II, que estaba de monja en un convento de Madrigal, participe en el embrollo. Tanto es así que Ana y Gabriel acaban prometiéndose matrimonio, a expensas de una dispensa papal.

Para preparar su retorno a Portugal, doña Ana entrega a Gabriel unas joyas para conseguir dinero, pero éste va alardeando de las mismas en su viaje y es detenido en Valladolid. Al detenerle se le incautan las joyas así como dos cartas de Fray Miguel en las que le trata de Majestad y otras de doña Ana declarándole su amor.

Felipe II, antes de que la duda se extienda, juzga rápidamente a los implicados que son condenados por delito de alta traición. Doña Ana es desposeída de sus privilegios y condenada a reclusión en un convento, aunque más tarde fue perdonada, y siguió su carrera religiosa hasta su muerte. El 1 de agosto de 1595, Gabriel fue ahorcado, decapitado y descuartizado en cuatro partes, cada una de las cuales se colgó de una puerta de la villa de Madrigal y la cabeza en la fachada del Ayuntamiento.

Por su parte Fray Miguel fue ahorcado en la Plaza Mayor de Madrid, y su cabeza enviada a Madrigal. Es a este personaje a quien le debe su nombre la calle de Sombrerete, ya que a unos corrales de esta calle fue a parar el sombrero, que al degradarle de las órdenes sacerdotales le pusieron para que fuera ahorcado sin cometer sacrilegio. Allí estuvo hasta que se pudrió y por ello le quedó a la calle el nombre de Sombrerete del Ahorcado, que con el tiempo se acortó hasta el actual.

Para la historia queda la duda de quién era realmente Gabriel de Espinosa. Hay quien afirma que fue un impostor en toda regla, mientras que otros aseguran que era hijo bastardo de don Juan Manuel de Portugal, por tanto hermanastro del Rey, y de ahí su parecido. No está claro si doña Ana creyó que el aparecido era su primo o vio una opción de cumplir sus sueños de ser Reina. Sea como fuere, es llamativo que un simple pastelero pudiera en sólo tres meses, estar prometido con la sobrina de Felipe II, el hombre más poderoso de la Tierra, y atentar contra su posición como Rey de Portugal.