Atocha, no sólo trenes

Continúo con vuestros textos dentro de esta nueva sección en la que los protagonistas sois vosotros. Hoy la historia es de Didac Valmon creador del blog Corralas de Mayrit, un compulsivo devorador de libros y un apasionado de todo lo que tenga que ver con la literatura. En este texto su autor nos intenta (y consigue) hacer ver que su barrio es algo más que un inmenso intercambiador de viajes y sueños.

Yo vivo en Atocha, es decir en los arrabales más alejados de la Villa durante el Barroco. Por aquí dicen que el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, tenía sus huertas antes de huir a Francia.

Por aquí está la real basílica de Nuestra Señora de Atocha. La relación con Madrid es más antigua, incluso, que la de la Almudena y durante muchos años hubo conflictos entre los partidarios de una y de otra. Al final uno de los Felipes declaró patrona a la Almudena y copatrona a la de Atocha.

Sin embargo, la relación de esta primitiva ermita que fue creciendo con el tiempo, y la monarquía es bien larga. Alfonso VI la protegió, y con la llegada de los catolicísimos Austrias al poder la iglesia fue siendo mejorada hasta ser uno de los lugares de culto más famosos de Madrid.

Por ejemplo el confesor de Carlos I la mandó reformar, los reyes pasaban a rezar a menudo por esta zona, la enriquecieron etc. Desde 1523 se encuentra encomendada a los padres dominicos, los mismos que la guardan y adoran hoy.La Reina María Cristina, segunda mujer de Alfonso XII, quiso crear en esta zona un monumental conjunto de estilo bizantino-veneciano del que sólo quedan el campanario y el Panteón de Hombres Ilustres. Y es que entre los franceses y la desamortización de Mendizábal el conjunto del convento y la iglesia estaban en penoso estado. Fue por estas fechas cuando Pío IX la convierte en basílica menor (sólo hay 3 en Madrid, San Francisco el Grande, esta y Jesús de Medinaceli).

En cualquier caso, comienzan las obras y se añade el panteón. En él podemos encontrar hoy monumentos funerarios de muchas de las figuras políticas españolas del XIX. En general están las tumbas vacías, el Panteón estuvo en estado de abandono durante mucho tiempo y el campanario está separado de él ya que entre medias se construyó el colegio Virgen de Atocha en la segunda mitad del XX.

Estos proyectos se quedaron todos en agua de borrajas. La iglesia y alrededores conventuales fueron arrasados durante la Guerra Civil y reconstruidos en ladrillo años después. El edificio, por tanto, que observamos hoy desde la Avenida Ciudad de Barcelona no es apenas un recuerdo de lo que fue. Además, tapado el conjunto por el colegio mencionado, escapan de nuestra vista las cúpulas de media naranja del Panteón y sólo el campanile, como una vela solitaria se ve desde la cercana Estación de Atocha, es inconfundible su tejado a cuatro aguas al más puro estilo italiano.

La veneración que se ha tenido siempre a la virgen ha provocado que desde el siglo XIX, fundamentalmente, los hijos de los reyes sean “presentados” a la virgen en una sencilla ceremonia. Lo mismo sucede tras las bodas, es tradición que el miembro de la familia real casado, venga a honrar a la virgen y hasta aquí vinieron Leticia y Felipe en 2004. En una de estas visitas, Isabel II fue atacada por el cura Merino que no pudo acabar con la reina al impedírselo una de las ballenas del corsé. En esta iglesia Amadeo I visitó el cadáver de su único valedor en España, el general Prim, muerto poco antes de la llegada del monarca, lo que hizo que este monarca apenas durara 3 años en el trono.

Así pues, aunque hoy está lejos de los circuitos habituales, aunque su arquitectura modernizada por necesidades económicas tras la guerra, la hacen estar fuera del “Madrid conocido” el barrio de Pacífico esconde una de las partes más ligadas a la historia de la ciudad… de hecho hay quien dice que un rey pensó en poner aquí la catedral y su palacio en el Retiro…al final tenemos a la virgen y a los trenes, algo es algo.