Si por aquí ya asomó el árbol, era inevitable que tarde o temprano aparecieran los belenes. Su remoto origen nos lleva hasta el siglo II, ya que de esa época datan algunas catacumbas romanas en las que aparecen escenas relacionadas con el nacimiento de Jesús. Siglos después, allá por el año 1223, San Francisco de Asís organizó en el Greccio (Italia) una representación de la llegada de Jesús al mundo con la ayuda de animales y lugareños. Más tarde, en 1252, se mostró el primer belén, en la ciudad alemana de Füssen en el que ya aparecían figuras y no personas.
A España llegan los primeros belenes de las manos de los capuchinos que hacían su particular nacimiento en las ramblas barcelonesas. Sin embargo el empujón definitivo a esta tradición se produce en el siglo XVIII cuando María Amalia de Sajonia, mujer de Carlos III, encargó un belén para su hijo Carlos IV a semejanza de los que ya se realizaban en Nápoles. Desde entonces la tradición se extendió por todos los rincones del país, hasta que llegó un momento en el que en la mayoría de las casas, independientemente de la situación económica, podías encontrar el particular belén de cada uno.
Hoy día, creo que más que nada por comodidad, la tradición "belenera" ha cedido un poco al empuje de los árboles. A pesar de ello, todo lo relacionado con el buey y la mula, los pastores, los Reyes y la estrella siguen rindiendo provechosos beneficios a todos los que se dedican a ese mundillo. Por ejemplo, todos los años el mercadillo de la plaza Mayor sigue poblándose de gente que busca allí aquella figura que complete su particular escena del nacimiento. Igualmente se observa que las tiendas que se dedican a vender durante el año todo tipo de productos religiosos hacen su particular agosto durante estas fechas (foto 2 - Palomeque en c/Arenal).
Aunque en Madrid se pueden disfrutar de múltiples belenes distribuidos en distintas plazas, museos y edificios oficiales, puestos a elegir un belén prefiero imaginarme el mío propio. En él no podría faltar la "virginal" chica y su particular portal, y para adorarla reclutaría al alado repartidor de publicidad. Si los necesitas para tu propio belén búscalos por la calle Arenal, quizás sigan libres para el 24.
El belén de la primera foto y la última está genial...habría querido saludarte ayer, lástima que llegué después de los premios y que me dio verguenza preguntar mucho
ResponderEliminarsalu2
ME ENCANTA LA FIGURA VVIVIENTE DEL BELEN. UN BESO Y FELIZ NAVIDAD
ResponderEliminarYaves, si lo dices por lo de la fiesta del 20 minutos no pude pasarme. Mi horario de trabajo es de lo peor que hay. Ya coincidiremos en otra ocasión.
ResponderEliminarFeliz Navidad para ti también Silvia
Espero que la Virgen no tenga que desplazarse en transporte publico... Un placer y pásalo irremediablemente bien.
ResponderEliminarMismamente hoy publiqué sobre la chocolatería de San Ginés.
ResponderEliminarAl margen de nula religiosidad, siempre me encantaron los belenes.
ResponderEliminarEn mi casa teníamos un secreter en el que había de forma permanente una colección de belenes antiguos maravillosa.
Y mis padres montaban un belén que ocupaba una habitación entera. Me quedaba como tonta, mirándolo. Y, por supuesto, todos los años nos llevaba a la Plaza Mayor.
Hay cosas que huelen a niñez, a magia, a la despreocupada felicidad de los ingenuos.
Felices Fiestas!
Un besazo.
Todos los árboles están disfrazados de neón Miguel.
ResponderEliminarLa foto del centro del Belén es preciosa.
Felices días vecino.