Durante buena parte del siglo XIV la peste y la sequía eran el pan nuestro de cada día en Madrid. Hambre, enfermedades y muerte hacen mella en la población que ansiosa de encontrar soluciones tienen a brujas, videntes y hechiceros como remedio a sus males. La mayoría de éstos tarde o temprano son descubiertos en sus engaños y acaban en la miseria, pero hay algún caso en el que los profesionales de los sortilegios consiguen vivir como verdaderos reyes gracias a sus poderes.
Este es el caso de Martín Perdomes, hortelano de Navalcarnero, que alcanzó las más altas cotas de popularidad debido a sus repetidas tertulias con el diablo. Un buen día Martín contó a todo aquel que quiso escuchar que en uno de sus viajes a Madrid, donde acudía a vender su género, el diablo le había asaltado y le había hecho secretas confesiones. En días sucesivos vuelve a hablar de sus charlas con el diablo pero la gente afirma que todo son invenciones. Cansado de ser ninguneado, Martín decide ofrecerles una prueba definitiva de que lo que dice es cierto.
En la capital hace muchos meses que no cae una gota de agua pero Martín asegura que gracias a sus íntimas conversaciones puede afirmar que antes de setenta y dos horas una gran tromba de agua caerá sobre la ciudad. Es fácil, sólo hay que esperar para desenmascararle. No se sabe si Martín tenía más conocimientos de meteorología de lo normal, si realmente Satanás le contó algo, o si simplemente la suerte le acompañó, pero antes de que acabara el plazo dado, sobre Madrid cayó una tormenta de las que hizo época.
Este fue el espaldarazo para Martín que a partir de entonces comenzó a recibir encargos de todo tipo de gente para que les ayudara a vencer las tentaciones que Satanás un día sí y el otro también les tendía. Como de tonto no tenía ni un pelo, poco a poco sus bolsillos se fueron llenando hasta el punto de que decidió montar su propio consultorio en una casa en la Ribera de Curtidores y abandonar su antiguo oficio. No había color, charlando con Satanás ganaba más y se cansaba menos.
Su reputación llegó hasta el punto de que los mismos Reyes le invitaron a cenar al Alcázar para conocer más sobre sus habilidades y ésto hizo que aún su fama creciera más. Como no hubo ocasión en la que Martín no acertara éste acabó sus días rodeado de todos los lujos imaginables y teniendo cada noche como invitado de tertulia al maligno.
Paco Porras, toma nota.
Este es el caso de Martín Perdomes, hortelano de Navalcarnero, que alcanzó las más altas cotas de popularidad debido a sus repetidas tertulias con el diablo. Un buen día Martín contó a todo aquel que quiso escuchar que en uno de sus viajes a Madrid, donde acudía a vender su género, el diablo le había asaltado y le había hecho secretas confesiones. En días sucesivos vuelve a hablar de sus charlas con el diablo pero la gente afirma que todo son invenciones. Cansado de ser ninguneado, Martín decide ofrecerles una prueba definitiva de que lo que dice es cierto.
En la capital hace muchos meses que no cae una gota de agua pero Martín asegura que gracias a sus íntimas conversaciones puede afirmar que antes de setenta y dos horas una gran tromba de agua caerá sobre la ciudad. Es fácil, sólo hay que esperar para desenmascararle. No se sabe si Martín tenía más conocimientos de meteorología de lo normal, si realmente Satanás le contó algo, o si simplemente la suerte le acompañó, pero antes de que acabara el plazo dado, sobre Madrid cayó una tormenta de las que hizo época.
Este fue el espaldarazo para Martín que a partir de entonces comenzó a recibir encargos de todo tipo de gente para que les ayudara a vencer las tentaciones que Satanás un día sí y el otro también les tendía. Como de tonto no tenía ni un pelo, poco a poco sus bolsillos se fueron llenando hasta el punto de que decidió montar su propio consultorio en una casa en la Ribera de Curtidores y abandonar su antiguo oficio. No había color, charlando con Satanás ganaba más y se cansaba menos.
Su reputación llegó hasta el punto de que los mismos Reyes le invitaron a cenar al Alcázar para conocer más sobre sus habilidades y ésto hizo que aún su fama creciera más. Como no hubo ocasión en la que Martín no acertara éste acabó sus días rodeado de todos los lujos imaginables y teniendo cada noche como invitado de tertulia al maligno.
Paco Porras, toma nota.
Fue listo el tipo este, aunque prefiero pensar que fue solo un gope de suerte.
ResponderEliminarsuerte...sin duda...pero quedó como DIOS!! besos Miguel
ResponderEliminarLa superstición siempre es buena.... para el bolsillo de quien sabe aprovecharla.
ResponderEliminarCarpe Diem
¡Hola Miguel!
ResponderEliminarDelicioso tu post, ¡anda que no aprendo cuando te visito!
Ahora pasa más o menos lo mismo, hay personas que hablan y muchísimos se creen lo que dicen, no hace falta irse por el camino del espiritismo.
¡Un abrazo!
MIGUEL
Hotrtelanos, videntes y tahúres... Mucha labia y poco conocimiento.
ResponderEliminarGolpe de suerte o no, la leyenda dice que el tío se pegó la vida padre.
ResponderEliminarCharlatanes siempre ha habido y los habrá, y com otambién ha habido siempre gente dispuesta a escucharlos y creerlos para qué más.
Saludos, y gracias por vuestros comentarios
http://www.spanishtown.ca/employment/Canada/winnipeg_spanish_jobs.php
ResponderEliminarTristán Braker y la Cueva de la Luna: mis favoritos
ResponderEliminarTristán Braker tiene su punto, lo de la Cueva de la Luna no me suena de nada.
ResponderEliminarSaludos