Hoy retrocedemos hasta el siglo XVI y vamos a parar hasta una calle estrecha y oscura en la que dos apuestos caballeros, Jacobo Gratii "el Caballero de Gracia" por un lado y el príncipe Vespasiano de Gonzaga por otro, intentan aclarar un lío de faldas. Estamos en una época en la que de poco sirve hablar ya que todo queda mucho más claro y convicente cuando la que habla es la espada. El duelo está servido.
Cuando el combate está en su punto álgido un suceso inesperado provoca que las espadas de los contendientes se detengan. Atónitos observan como delante de sus narices, una dama, cubierta con un velo, corre despavorida. Tras ella un zorro intenta darle alcance. Sin dudarlo un momento los espadachines salen corriendo para defender a la dama. La disputa sigue hasta en este punto ya que ambos intentan ser el primero en socorrer a la mujer por si acaso sacan algún beneficio personal con ello.
Unos instantes después alcanzan a la dama. Tras despistar al zorro, la mujer descansa apoyada en una tapia, intentado recuperar el aliento. Tras acercarse, su sorpresa no puede ser mayor, oculto tras el velo descubren que realmente la dama hace tiempo que ha dejado de estar en el reino de los vivos, ya que su cara está momificada. Sin poder evitarlo los donjuanes exclaman al unísono: ¡Qué desengaño!
Historia o leyenda, este es el origen del nombre de la calle Desengaño, conocida actualmente por otro tipo de duelos y otra clase bien distinta de amores. Paralela a la Gran Vía, lo que puedes encontrarte aquí nos hace recordar en ciertos sentidos la historia anterior. La diferencia es que las espadas han sido sustituidas por navajas y cascos de botellas, y las damas momificadas son ahora mujeres en venta, que apoyadas en los portales, esperan que el "guapo" de turno decida darse un homenaje con ellas.
Creo que el nombre de Desengaño recoge perfectamente el sentimiento de muchas de las que allí trabajan con su cuerpo. Desengaño al ver como los sueños que traían cuando cruzaron el estrecho o recorrieron media Europa, han quedado sepultados en esta triste calle. Desengaño el de aquellas, que aún naciendo aquí, han visto como la suerte no estuvo de su parte cuando más a necesitaron. Y cómo no, desengaño también el de todos los vecinos de la zona, que comprueban como una vez más el Ayuntamiento se olvidó de ellos.
Cuando el combate está en su punto álgido un suceso inesperado provoca que las espadas de los contendientes se detengan. Atónitos observan como delante de sus narices, una dama, cubierta con un velo, corre despavorida. Tras ella un zorro intenta darle alcance. Sin dudarlo un momento los espadachines salen corriendo para defender a la dama. La disputa sigue hasta en este punto ya que ambos intentan ser el primero en socorrer a la mujer por si acaso sacan algún beneficio personal con ello.
Unos instantes después alcanzan a la dama. Tras despistar al zorro, la mujer descansa apoyada en una tapia, intentado recuperar el aliento. Tras acercarse, su sorpresa no puede ser mayor, oculto tras el velo descubren que realmente la dama hace tiempo que ha dejado de estar en el reino de los vivos, ya que su cara está momificada. Sin poder evitarlo los donjuanes exclaman al unísono: ¡Qué desengaño!
Historia o leyenda, este es el origen del nombre de la calle Desengaño, conocida actualmente por otro tipo de duelos y otra clase bien distinta de amores. Paralela a la Gran Vía, lo que puedes encontrarte aquí nos hace recordar en ciertos sentidos la historia anterior. La diferencia es que las espadas han sido sustituidas por navajas y cascos de botellas, y las damas momificadas son ahora mujeres en venta, que apoyadas en los portales, esperan que el "guapo" de turno decida darse un homenaje con ellas.
Creo que el nombre de Desengaño recoge perfectamente el sentimiento de muchas de las que allí trabajan con su cuerpo. Desengaño al ver como los sueños que traían cuando cruzaron el estrecho o recorrieron media Europa, han quedado sepultados en esta triste calle. Desengaño el de aquellas, que aún naciendo aquí, han visto como la suerte no estuvo de su parte cuando más a necesitaron. Y cómo no, desengaño también el de todos los vecinos de la zona, que comprueban como una vez más el Ayuntamiento se olvidó de ellos.
Miguel,
ResponderEliminarMe quito el sombrero ante tu post. Se puede decir más alto, no más claro.
Gracias por la anécdota del origen de la calle.
¡Un abrazo!
MIGUEL
Ya la conocía, pero nunca me canso de leer las historias y leyendas de Madrid ¡qué encanto tienen!
ResponderEliminarSaludos.
Me uno a Miguel. Magnífica entrada. Anecdótica y dura a la vez. No sabía la historia de la calle pero sí de la existencias de otras muchas tristes historias que deambulan por ella. Besos Miguel y buen finde
ResponderEliminarGracias por el post, Miguel. Me ha gustado especialmente, porque durante algún tiempo solía utilizar la salida que mi empresa, entonces en Gran Vía, tenía a esta calle.
ResponderEliminarBuen fin de semana!
Madrid... amor y desengaño.
ResponderEliminarBuena entrada.
Carpe Diem
ni idea de la leyenda que cuentas... pero la verdad que con lo que por allí se cuece, esa calle no se puede llamar de otra manera.
ResponderEliminarAbrazos
Actualizando: Ocurriría que los dos caballeros irían detrás de una fémina y al darse cuenta de que la gachí era un travelo exclamaron; ¡Qué desengaño!
ResponderEliminarse supone que dos hombres que se juegan la vida a espada no se habrían de inquietar al ver una momia corriendo pero ... vaya tela. Más que un desengaño yo hubiera sufrido un ataque al corazón.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarPara aquel que no conozca esta calle, y la zona en general, hoy viene un reportaje en el País que nos lo deja bien claro.
ResponderEliminarAhí dejo el enlace:
http://www.elpais.com/articulo/madrid/cloaca/Broadway/espanol/elpepiespmad/20091108elpmad_1/Tes/
Saludos, y gracias por vuestros comentarios
Buena entrada y comparación. Cuántas calles o plazas deberían llamarse así.
ResponderEliminar¡Qué desengaño!, me ha encantado la historia, o la leyenda, y también las fotos, aunque, si tiene tantas historias tristes y más recientes, yo sería partidaria de cambiarle el nombre por, por ejemplo, Paz o Libertad, poniéndoles alguna otra cosa para diferenciarlas de las que ya hay.
ResponderEliminarBesos, Miguel.
Irene creo que en este caso el hábito no hace el monje. Me temo que el nombre de la calle no influye en la "fauna" que se reúne allí.
ResponderEliminarDe todas formas podría ser una buena idea lo de cambiar el nombre para ver si así cambiaba la suerte de aquel lugar.
Eso sí habría que ponerle otros distintos a los que propones porque el de Libertad ya existe (está por Chueca)y el de la Paz creo que está cerca de la Puerta del Sol.
Saludos