Giuseppe Anselmi (1876-1929) fue uno de los tenores más famosos de Europa de principios de siglo. Recorrió los mejores teatros europeos y americanos, cosechando éxito tras éxito, pero fue el madrileño Teatro Real, donde debutó en 1907, el lugar en el que cosechó sus más altas cotas de popularidad.
Nada más llegar a la ciudad se identificó con el carácter de las gentes y se convirtió en un asiduo de ferias y verbenas en las que disfrutaba mezclando con el pueblo. Su amor por Madrid llegó hasta el punto de que cinco años antes de morir, donó su corazón al Museo-Archivo del Teatro Real.
Nada más llegar a la ciudad se identificó con el carácter de las gentes y se convirtió en un asiduo de ferias y verbenas en las que disfrutaba mezclando con el pueblo. Su amor por Madrid llegó hasta el punto de que cinco años antes de morir, donó su corazón al Museo-Archivo del Teatro Real.
Esta donación la hizo en respuesta a la solicitud de los encargados del Museo-Archivo que le mandaron una carta solicitándole un recuerdo suyo para que formara parte del museo recién creado. Gran sorpresa se llevaron éstos cuando en la carta de respuesta, Anselmi aseguraba que cuando le llegara la hora de su muerte donaba su corazón en el que “están trazadas, con indelebles caracteres, las palabras “España”, “fe”, “gratitud” y “amor” al Museo.
En 1929, tras morir Anselmi, llegó a Madrid un ancho frasco de cristal, dentro de una caja de madera con asa de metal, con la reliquia. El corazón fue disecado en el museo de antropología, y alojado en 1931 en el Teatro Real. Allí permaneció durante años, sobreviviendo incluso a los duros años de la Guerra Civil, hasta que poco después fue a parar al Museo del Teatro de Almagro donde aún reposa.
En 1929, tras morir Anselmi, llegó a Madrid un ancho frasco de cristal, dentro de una caja de madera con asa de metal, con la reliquia. El corazón fue disecado en el museo de antropología, y alojado en 1931 en el Teatro Real. Allí permaneció durante años, sobreviviendo incluso a los duros años de la Guerra Civil, hasta que poco después fue a parar al Museo del Teatro de Almagro donde aún reposa.
JOPE, me ha dado un poco de yu yu Miguel. Un besote y buen finde
ResponderEliminarEra muy frecuente eso de los corazones arriba y abajo, ahora en todo caso nos contentamos con un poco de ceniza. La histora de, por ejemplo, el periplo del corazón de Macià es muy curiosa.
ResponderEliminarMira qué bien, está historia no la conocía yo, me encanta.
ResponderEliminarBesos
Dios mío, qué gente más rara. Esto de los brazos, huesecillos diversos y corazones disecados siempre me deja atónita. Soy admiradora de Nieves Concostrina, que supongo que estaría contentísima con esta historia del tenor enamorado de los Madriles.
ResponderEliminarUn beso desde el calorcito del sur.