Acurrucados bajo las sábanas Javier le cuenta a Nines las novedades diarias: el trabajo va de mal en peor, su espalda amenaza con troncharse en cualquier momento, y a Mateo, el más pequeño de los niños, hoy le salido el primer diente. Nines escucha atenta todos los detalles mas pese a estar a gusto no puede evitar echarle, de vez en cuando, un vistazo fugaz al reloj: ya queda menos. Unos billetes cambiando de manos consiguen un acuerdo beneficioso para ambos, ella se siente persona durante una hora y él al fin consigue que alguien le escuche y atienda.
¡Qué lástima!
ResponderEliminarBuena semana Miguel
Bueno, al mneos son felices a su manera.
ResponderEliminarSaludos
Lastima que hasta el cariño y la atencion tenga un precio...a veces muy caro.
ResponderEliminarUn abrazo.
La soledad no querida es de una inmensa tristeza, creo que ese dinero está muy bien empleado, para ambas partes.
ResponderEliminarUn beso, Miguel.
Yo determinados tipos de acuerdos tampoco los veo mal. siempre y cuando sea de mutuo acuerdo y no haya terceras personas perjudicadas.
ResponderEliminarSaludos