El mendigo sin brazos que agita el vaso de plástico pidiendo para comer; el inmigrante sin papeles que patea la ciudad buscándose la vida; el matrimonio sin suerte ni liquidez que acaba desahuciado bajo un puente; el parado sin familia a la que acudir cuando su mujer se largó con sus hijos y aquel supuesto amigo; el muchacho sin nadie a quien contar las penas salvo al cartón de Don Simón. Todos ellos sin futuro, compartiendo cama bajo el cielo estrellado, objetivo de una pandilla de muchachos sin escrúpulos y sin corazón que disfrutan sintiéndose los jueces del mundo.
¡Da miedo Miguel....Mejor dicho paor....en qué se están convirtiendo!!! besos y buen finde
ResponderEliminarPor desgracia están ahí, ocultos entre la multitud, intentado aprovecharse siempre de los más débiles.
ResponderEliminarSaludos Winnie0 y gracias por tus comentarios.
Se me parte el corazón al ver a todas esas personas que sufren. No entiendo cómo puede haber seres tan crueles como esos jóvenes.
ResponderEliminarUn beso, Miguel.
Irene yo tampoco. ¿Qué habremos hecho para crear monstruos así?
ResponderEliminarSaludos