A pocos pasos de Tirso de Molina, en pleno Lavapiés, se encuentra esta calle que hace mucho tiempo pasó a la leyenda negra de Madrid. En una casa de esta calle vivían un avaro sacerdote, que tenía el dinero como castigo, junto a su codicioso criado. Una noche de 1603, el sacerdote sorprendió al criado mientras éste intentaba cambiar el dinero y las joyas de sitio (de la casa de un servidor de Dios al bolsillo de un hijo de Dios). Comenzó un forcejeo entre ambos, que terminó cuando el ladrón decidió que el sacerdote ya había disfrutado mucho de esta vida, por lo que decidió cortarle la cabeza.
El criado tras desvalijar la casa, abandonó la ciudad y puso rumbo a Lisboa, ciudad en la que con el paso del tiempo amasó una pequeña fortuna. Pasados los años regresó a Madrid convertido en todo un caballero. Ya en la capital, un día decidió comprar para comer una cabeza de cordero en una de las tiendas del Rastro. Cuando iba con ella en dirección a su casa, un alguacil decidió darle al alto. Parece ser que tras él, el malvado portagonista iba dejando un reguero de sangre que caía desde el paquete en el que llevaba envuelta la cabeza.
Preguntado por lo que llevaba allí, el criado explicó que llevaba una cabeza de cordero lista para comer. Cuando abrió el paquete para demostrarlo, alguacil y criado observaron incrédulos que lo que allí había no era la cabeza de ningún cordero sino la del cura asesinado. Sorprendido por lo engorroso de la situación, el criado intentó explicar lo inexplicable hasta que finalmente presionado por las fuerzas del orden decidió confesar su horrendo crimen.
Poco después el criado fue condenado a la horca, sentencia que se cumplió en la Plaza Mayor. Y según cuenta la leyenda, una vez cumplida la sentencia, el milagro se obró y la cabeza del sacerdote volvió a convertirse en cabeza de cordero. Impresionado por todo lo sucedido, Felipe III decidió que se colocara una cabeza de cordero en piedra frente a la casa del difunto cura. Tiempo después los vecinos solicitaron que se quitara de allí la cabeza ya que les recordaba el crimen por lo que ésta fue sustituida por la llamada capilla de la Cabeza, que posteriormente daría nombre a la calle.
Es curioso que cuando pasé hace poco para hacer las fotos de esta entrada, observé como en esa calle hay varios detalles que recuerdan toda aquella historia. Así, en una casa aparecen dibujos que representan distintas cabezas, e incluso en una señal de tráfico, al peatón le han cambiado su cabeza. Para rematar, ese mismo día me encontré en la calle Preciados al personaje que aparece al final de la entrada. Como se puede observar la cabeza también le ha desaparecido. Todo esto me hizo pensar que quizás el sacerdote se encuentre aún entre nosotros y con todas estas casualidades intenta recordarnos todo lo que le pasó. Yo por si acaso seguiré atento a las señales. Veré que tal le ha sentado que haya publicado esta entrada. Seguiré informando,... si me dejan.
El criado tras desvalijar la casa, abandonó la ciudad y puso rumbo a Lisboa, ciudad en la que con el paso del tiempo amasó una pequeña fortuna. Pasados los años regresó a Madrid convertido en todo un caballero. Ya en la capital, un día decidió comprar para comer una cabeza de cordero en una de las tiendas del Rastro. Cuando iba con ella en dirección a su casa, un alguacil decidió darle al alto. Parece ser que tras él, el malvado portagonista iba dejando un reguero de sangre que caía desde el paquete en el que llevaba envuelta la cabeza.
Preguntado por lo que llevaba allí, el criado explicó que llevaba una cabeza de cordero lista para comer. Cuando abrió el paquete para demostrarlo, alguacil y criado observaron incrédulos que lo que allí había no era la cabeza de ningún cordero sino la del cura asesinado. Sorprendido por lo engorroso de la situación, el criado intentó explicar lo inexplicable hasta que finalmente presionado por las fuerzas del orden decidió confesar su horrendo crimen.
Poco después el criado fue condenado a la horca, sentencia que se cumplió en la Plaza Mayor. Y según cuenta la leyenda, una vez cumplida la sentencia, el milagro se obró y la cabeza del sacerdote volvió a convertirse en cabeza de cordero. Impresionado por todo lo sucedido, Felipe III decidió que se colocara una cabeza de cordero en piedra frente a la casa del difunto cura. Tiempo después los vecinos solicitaron que se quitara de allí la cabeza ya que les recordaba el crimen por lo que ésta fue sustituida por la llamada capilla de la Cabeza, que posteriormente daría nombre a la calle.
Es curioso que cuando pasé hace poco para hacer las fotos de esta entrada, observé como en esa calle hay varios detalles que recuerdan toda aquella historia. Así, en una casa aparecen dibujos que representan distintas cabezas, e incluso en una señal de tráfico, al peatón le han cambiado su cabeza. Para rematar, ese mismo día me encontré en la calle Preciados al personaje que aparece al final de la entrada. Como se puede observar la cabeza también le ha desaparecido. Todo esto me hizo pensar que quizás el sacerdote se encuentre aún entre nosotros y con todas estas casualidades intenta recordarnos todo lo que le pasó. Yo por si acaso seguiré atento a las señales. Veré que tal le ha sentado que haya publicado esta entrada. Seguiré informando,... si me dejan.
¿Qué sería de España sin su Monarca y su Iglesia Católica por la gracia de Dios? ¿ y de la Villa y Corte sin sus leyendas negras, por la gracia del hombre? Lugares aburridísimos...ja,ja.
ResponderEliminarQue vivan los cuentos.
Saludos.
Bonita leyenda, sí, sí, me gustó mucho.
ResponderEliminarBesitos i bona nit.
Genial la historia, me ha encantado del todo...qué cosa más macabra no?
ResponderEliminarSaludois
Dios mío, que historia mas inquietante no?
ResponderEliminarLa verdad es que me lo tomo como lo que es, como un cuento :)
Besicos
Fantástica entrada!! Estas leyendas son estupendas.
ResponderEliminarUna historia truculenta. Ya habái leido sobre ella en un libro de Clara Tahoces, pero así acompañada de fotos resulta aún más cercana :s
ResponderEliminarBueno me ha encantado esta entrada, desconocía la historia y el agradecimiento por aprender estas leyendas de mi ciudad hacia ti, son impagables.
ResponderEliminarLeyendas que siempre que pueda contaré a su vez, sin olvidarme de mencionar que las aprendí de ti.
Feliz domingo.
De entrada está muy bien saber por qué una calle se llama de esta o de aquella manera. si va acompañada de una leyenda mejor que mejor
ResponderEliminargenial!
Hoy día del abrazo en familia,
ResponderEliminarrecibe desde mi familia
para ti y toda tu familia
un abrazo de amor y paz.
¡Feliz día a mi familia bloggera!
Bendiciones infinitas.
¡Qué historia!
ResponderEliminarMuy interesante y muy bien ilustrada.
Aunque da un poquito de canguis...
Un beso
Pues hijo me ha encantado.. no sé qué parte tendrá de verdad o no, pero yo por si las moscas no me iría a vivir a esa casa... el hombre de la última foto ¡auténtico!!! besucos :)
ResponderEliminarQué bueno!
ResponderEliminarMe encantan tus historias porque me encanta recorrer Madrid y callejear por ahí. Ya sé una más.
Te sorprendería saber que el "hombre invisible" es un señor mayor :-). No sé por qué a mi me parecía joven, pero cuando recogió su disfraz pude comprobar que no. Si es que hasta ellos se adaptan a los nuevos tiempos.
Bsos!
Dios mío que cosas que pasan en Madrid!
ResponderEliminarjuas, que historia tan macabra y que curioso que haya dibujos de cabezas ahi
ResponderEliminarsalu2
Vaya, me gustaría mucho conocer mi ciudad la mitad de bien de lo que tú conoces la tuya...
ResponderEliminarBeso!
cada vez que paso por acá me encuentro con una historia realmente sorprendente y genialmente ilustrada por tu cámara. Felicidades.
ResponderEliminarGenial la historia..
saludos
Yo nací en la calle de La Cabeza en el 11 y ahora que vivo en Caracas me entero de esa historia......
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