Después de la entrada anterior, en la que hemos visto lo que puede dar de sí toda la basura que lanzamos a las playas, para hoy os dejo con esta entrada, publicada hace unos días en mi otro blog, en la que se habla de otro tipo de reutilización. Espero que os guste.
Melquíades Cortázar, el barbero de la calle Cuchilleros, salió descorazonado de su visita al médico: le acababan de diagnosticar Parkinson. Aunque él ya lo sospechaba no quería admitirlo, era demasiado joven para tener esa jodida enfermedad.
Cabreado consigo mismo, con la vida, con el mundo, no sabía qué hacer. Un barbero con Parkinson no era el mejor reclamo para el negocio.
Tras sopesarlo bien, semanas después montó un negocio de comida rápida. Poco a poco los clientes de la barbería fueron desapareciendo, pero la hamburguesería fue un éxito rotundo. No había carne más sabrosa que la que vendía Melquíades.
Cabreado consigo mismo, con la vida, con el mundo, no sabía qué hacer. Un barbero con Parkinson no era el mejor reclamo para el negocio.
Tras sopesarlo bien, semanas después montó un negocio de comida rápida. Poco a poco los clientes de la barbería fueron desapareciendo, pero la hamburguesería fue un éxito rotundo. No había carne más sabrosa que la que vendía Melquíades.
Qué bueno Miguel!! Qué bueno! un beso
ResponderEliminarGracias Winnie0. Me gusta que te llenara la historia.
ResponderEliminarSaludos