Para acabar la semana de forma tranquila os dejo con dos historias, "El Viajero" y "El Regreso". El autor de la primera es Angel José Pérez y fue el ganador del tercer concurso de microrrelatos de las Bibliotecas Públicas Municpales, organizado por el Ayuntamiento de Madrid, cuyo tema central era la Gran Vía, mientras que la autora de la segunda historia es Mª del Consuelo Padilla y fue la finalista de dicho certamen.
Espero que os gusten.
El viajero
Salió de la consulta médica con el fatal diagnóstico bajo el brazo y una idea fija en la cabeza: viajar, conocer mundo.
Recibido el consuelo de sus hijos, empezó a organizar rutas en la soledad de su casa y, aunque débil, pensó que tampoco tendría que alejarse mucho: alrededor de la Gran Vía estaba el Mundo. Así fue como con unos cuantos billetes y las pastillas necesarias que había conseguido del comprensivo médico, esa misma tarde visitó tres países. Recorrió el delta del Níger y aspiró el olor a mar en los brazos de la oscura Amina, su vista se perdió en las grandes llanuras ucranianas y acarició sus trigales en el pelo de Iryna y en la piel de Wei Ling apreció la delicadeza de la porcelana china y el aroma del cerezo en flor. A la noche, agotado, pensó en los viajes del día siguiente.
Recibido el consuelo de sus hijos, empezó a organizar rutas en la soledad de su casa y, aunque débil, pensó que tampoco tendría que alejarse mucho: alrededor de la Gran Vía estaba el Mundo. Así fue como con unos cuantos billetes y las pastillas necesarias que había conseguido del comprensivo médico, esa misma tarde visitó tres países. Recorrió el delta del Níger y aspiró el olor a mar en los brazos de la oscura Amina, su vista se perdió en las grandes llanuras ucranianas y acarició sus trigales en el pelo de Iryna y en la piel de Wei Ling apreció la delicadeza de la porcelana china y el aroma del cerezo en flor. A la noche, agotado, pensó en los viajes del día siguiente.
El regreso
En la calle de Alcalá con Gran Vía se había formado un gran revuelo. Un anciano, medio desnudo y desorientado, pretendía a toda costa entrar en un edificio. La policía acordonaba la zona, mientras dos agentes trataban de impedírselo. El hombre, forcejeando, juraba y perjuraba que aquella era su residencia y que una mujer alada le había echado de su casa, ocupando su vivienda. Los agentes se compadecieron. Sin duda, su avanzada edad le había afectado la razón. Le pidieron el DNI para comprobar su domicilio, pero iba indocumentado. Con infinita paciencia trataron de explicarle que aquel edificio siempre había pertenecido a una compañía de seguros y que nunca había albergado inquilinos, pero él insistía, vociferando y profiriendo amenazas contra aquella imaginaria mujer. Uno de los viejos porteros que vigilaban el edificio, al reconocerle, le saludó efusivamente: "¡Hombre, Ganímedes! ¿de vuelta a casa?"
Me han encantado los dos Miguel. Un abrazo y feliz puente
ResponderEliminarMuy buenos los dos...un abrazo.
ResponderEliminarPrefiero el relato finalista, tiene más chispa y originalidad.
ResponderEliminarSalud
Me han encantado los dos, aunque ambos dejan un regusto amargo.
ResponderEliminarPreciosa foto de la Gran Vía, me gustan esas fotos de luces y sombras.
Besos, Miguel.
a mí me resultaron interesantes los dos. Tienen su punto de ternura.
ResponderEliminarsaludos