viernes, 25 de septiembre de 2009

Las tres peores noches del oso y el madroño

Después de veinticino años haciendo guardia al inicio de la calle del Carmen, el pasado martes varios operarios del Ayuntamiento retiraron con alevosía (faltó la nocturnidad) la estatua del oso y el madroño de su actual emplazamiento. Enganchados con unos arneses fueron obligados a subir a un camión grúa, en el que comenzaron su particular odisea.

Ya acomodados, los dos inseparables amigos, preocupados por lo inusual de la situación, viajan alterados haciendo cábalas sobre lo que está pasando.

Oso: ¿Qué crees que van a hacer éstos?
Madroño: ¡Bah! Querrán hacernos un lavado de cara ahora que terminan las obras.
Oso: No sé, no lo acabo de ver. Espero que tengas razón, pero no me gusta nada.

Quince minutos después son depositados en los almacenes municipales de la Casa de Campo. Acostumbrados a estar acompañados por multitud de gente a cualquier hora del día se sienten extraños en este lugar silencioso, oscuro y sucio.

Madroño: ¿y si quieren cambiarnos de sitio?
Oso: Pudiera ser. Nunca me gustó Gallardón.
Madroño: ¿Y dónde te gustaría ir?
Oso: Quizás a un parque. Nos hemos merecido un descanso, estoy harto de tantas obras.
Madroño: El de Juan Carlos I estaría bien.

Oso: ¡Qué dices!, está muy lejos. Me sentiría extraño allí.
Madroño: ¿Y el de Berlín? ese tampoco está nada mal.
Oso: ¡Para qué nos van a llevar allí si ya hay un oso!
Madroño: Ya sé, nos llevan al Retiro. No hay sitio mejor para descansar.
Oso: Mira, ahí no estaríamos nada mal. Nos vendría bien.

Enfrasacados en sus cavilaciones las horas pasan, y también la primera noche, pero el ánimo sigue alto ilusionados con su nueva ubicación. Al caer la segunda noche, sabedores de la leyenda negra que se cierne sobre estos almacenes, el ánimo ya flaquea. Encima la compañía no puede ser más desesperanzadora, junto a ellos se agolpan cubiertos de polvo y porquería otras estatuas y monumentos que un día salieron de las calles, de forma provisional, y nunca más volvieron a ver la luz del sol.

Tras dos días sin dormir, la noche del jueves caen rendidos. Abrazados, más que nunca, deciden echar una cabezada pensando que quizás mañana al despertar todo habrá sido un mal sueño. El viernes llega y por primera vez afuera comienza a notarse movimiento. Cuando la puerta se abre, allí aparecen los mismos operarios que les levantaron de su pedestal. La esperanza se refleja en la cara del oso y en las hojas del madroño. Por fin esto se va a solucionar.

Poco después el camión que les transporta entra de nuevo en la Puerta del Sol. Acompañados de la rescatada Mariblanca, su vieja amiga, no se explican lo ocurrido. Han estado tres días recluidos en unos almacenes y sin tocarles un milímetro, de nuevo vuelven al mismo sitio. Sin embargo cuando el camión se detiene observan que lo hace unos metros más adelante de donde debería.

Asombrados comprueban cómo en el mismo lugar en el que les dejó su padre Antonio Navarrio hace años, al pisar Madrid por primera vez, les espera un nuevo pedestal, mucho más macizo que el anterior. La calle Alcalá suspira, ansiosa por lucir a sus antiguos huéspedes y al Tío Pepe se le ve echar alguna lágrima. Cuarenta y dos años después han vuelto.

Tras terminar las fotografías de rigor, los besamanos y todo el ceremoniaje político, Gallardón, su interminable séquito y los periodistas que les siguen abandonan el lugar. Es entonces cuando el oso y el madroño tras fundirse en un cálido abrazo deciden retomar su más famosa pose. Sólo un minuto después los turistas con sus cámaras de fotos y los viejos conocidos vuelven a citarse bajo la atenta mirada de uno de los símbolos de Madrid.

15 comentarios:

  1. Me ha encantado Miguel...lo has contado precioso...Besos

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  2. Maravilloso el cambio de la Puerta del Sol.

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  3. fantástico relato... no tenía ni idea de este cambio, y menos aún de su antiguo y original emplazamiento... aunque para muchos se nos hará raro verlo en "otro" lugar...

    un saludo y enhorabuena

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  4. Me ha gustado mucho, ¿seguro que no estuviste escondido al lado de la Osa y de la madroñera?;)

    Ahora me tengo que acostumbrar a donde está, pero no tardaré.

    ¡Feliz fin de semana!

    MIGUEL

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  5. El relato me pareció muy tierno y muy bien contado. Las fotografías, inmejorables.

    Muchas gracias por visitarme y por supuesto que el domingo estás invitadísimo!

    BESOTES MIGUEL.

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  6. No me extraña que estén confusos... ;-( Buen fin de semana!

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  7. Pues no te vi, la próxima vez avisa y nos tomamos un café!

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  8. Me ha encantado tu relato, Miguel, muy original.
    ¡cómo me hubiera gustarlo verlo todo! Gracias por estar tú ahí para contárnoslo,

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  9. me ha encantado cómo juntas todo, la historia, los almacenes y su negrura y el cambio de la estatua. A ver su voy a sol a ver cómo queda todo.

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  10. Vaya. Me sorprende la manera de describirlo ( agradablemente, obviolusly)

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  11. Ahora mismo me bajo al centro a ver el cambio de la puerta del sol, creo que se me va a hacer algo raro...

    El relato del oso y el madroño en la noche de autos, genial¡¡¡

    dirty salñudos¡¡¡¡

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  12. A mí...gastarse el dinero en esto de mover una estatua unos metros más allá cuando hay otras cosas mucho más urgentes en Madrid....en fin. Qué más dará aquí o allá si prácticamente es el mismo lugar.

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  13. Es una ciudad preciosa, he llegado a Barcelona deseando de volver a Madrid!!!!
    El 1er día que llegue, no puede ver el (la) oso/a y al madroño, pero creo que se enteraron de que venia yo, y al día siguiente ya estaba en su sitio correspondiente jeje.

    (Que pena que ya no este tanto por estos Lares, porque me encanta leerte)

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