Llegó de Valparaíso hace meses pero sigue sintiéndose un extraño. A Jesús Santos Bautista le llaman “El Diablo”, no por burla sino por malvivir en el llamado Callejón del Infierno, junto a la Plaza Mayor. Allí sentado, junto a su mochila y el cartón de vino, comprueba a diario su invisibilidad ante los demás. A sus treinta años sólo aspira a que la suerte, la buena, le saque del pozo y poder descansar para siempre. Sabe que está cerca de conseguirlo: el invierno ya lo ha vivido aquí y el de este año dicen que será aún más frío.
qué bueno, con esa tristeza que da saber que hay tnta gente así
ResponderEliminarEsa es la gran parte mala de esta historia. Me alegra que te gustara Didac.
ResponderEliminarSaludos